De nueva cuenta se toma como válida la hipótesis “Lalo Briziana” en el sentido de que: “Los árbitros son las verdaderas estrellas del futbol mexicano”.

Aquí se habla más de arbitraje que de futbol. Resulta gracioso escuchar a “expertos” en balompié emitir sus doctas opiniones, cual eruditos en la materia, cuando lo más probable es que ni siquiera alguna vez en su vida hayan leído la regla de juego.

Resulta irresistible para narradores y analistas, no solamente calificar cada una de las decisiones del silbante; sino, convertirlos en los protagonistas de cada uno de los partidos.

Del mismo modo, es muy tentador para el Cuerpo Técnico y Directiva del equipo derrotado, victimizarse al culpar a los hombres de negro de su infortunio; en un intento de minimizar su falta de capacidad y calidad balompédica.

La mayoría de los entrenadores perdedores, durante las conferencias de prensa, posteriores a los encuentros, poco (o nulo) mérito le otorgan al equipo vencedor. De igual manera, casi no se refieren a cuestiones futboleras, haciendo recaer toda su frustración en el trabajo realizado por los colegiados.

No miento cuando afirmo que, a lo largo de mi vida como aficionado al deporte más bello que hay sobre la faz de la tierra, he escuchado más de mil veces a un equipo culpar de la derrota al juez; luego entonces, jamás he escuchado a la escuadra vencedora reconocer que “ganaron gracias al árbitro”, así que ¡Alguien miente!, aunque sea por omisión.

Sinceramente me parece comprensible que los aficionados, al calor de la pasión, emitan juicios sumarios en contra de los encargados de impartir justicia en el terreno de juego; pero, lo que me parece intolerable es que sean los mismos integrantes de la gran familia del futbol quienes pongan en tela de juicio la honorabilidad y limpieza de nuestro deporte, escupiendo al cielo.

Sin embargo, la suerte está echada. En una disciplina protagonizada por el error, como lo es el futbol, a los únicos que se les exige ser infalibles es a los árbitros. Si un jugador falla una clara ocasión de gol: “le cayó en la de palo”, “le botó mal”, “no la esperaba” … si el nazareno es quien comete la equivocación… “es un ratero”.

Pocos son los que comprenden que “el árbitro es el garante de la moral de juego” y que, con sus decisiones, buenas y malas, humaniza el futbol, otorgándole… legitimidad al ganador.

 

Eduardo Brizio

ebrizio@hotmail.com

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