Francisco I.
 Madero, en su libro “La Sucesión Presidencial” nos da algunas ideas de lo que pasaba en 1810.
 Vea usted si hay mucha diferencia con la situación actual:
“Hemos encontrado cuál es la idea fija del General Díaz, cuál es el móvil de todos sus actos, veamos ahora de que medios se ha valido para conservar el poder por tantos años.

“Desde luego puede afirmarse que cuando un pueblo se levanta en armas para conquistar un principio, el jefe de ese movimiento se halla investido de poderes dictatoriales, omnimodos, y como a ese jefe y al uso que hizo de sus facultades debe la Nación el triunfo anhelado, resulta que se deja al frente de sus destinos al mismo jefe con los mismos amplísimos poderes.

“El hombre llega al poder en estas circunstancias se encuentra, por consiguiente, investido con los poderes más amplios que pudiera desear, afianzados por la simpatía del pueblo y su inmenso prestigio.
 
“En tales circunstancias, esos hombres, si cumplen con las promesas que hicieron a su patria llegan a prestarle servicios de incalculable importancia; pero en la mayoría de los casos sucede que esos afortunados militares, una vez obtenido el triunfo, se sienten embriagados por la victoria y mareados por la adulación y olvidan las promesas que hicieron a la Patria, y olvidan que sus éxitos los debieron a la fuerza de los principios que proclamaban: a la fuerza de la opinión pública y a la ayuda del pueblo.

“La historia nos presenta muchos casos de infidencias de esa naturaleza; habiendo tenido para los infidentes resultados diversos según la conducta que observaron en el poder.

“Cuando de un modo franco y audaz han intentado burlar las promesas hechas al pueblo, generalmente han caído bajo el peso de su desprestigio, como le pasó al General Comonfort, cuyo gobierno no pudo subsistir ni ocho días a su Golpe de Estado; siendo que, cuando estuvo amparado por la legalidad y cumplió fielmente sus promesas encerradas en el Plan de Ayutla, su gobierno parecía inconmovible.

POLÍTICA
CENTRALIZADORA
“Una vez expuesto lo anterior, veremos cómo llevó a la práctica el General Díaz estos principios generales para llegar a centralizar en sus manos la mayor suma de poderes que es posible, aún para un monarca autocrático.

“Desde luego observamos en todos los actos de su gobierno el sello de la idea fija que le conocemos, pues desde que ocupó la silla presidencial, todos han tendido a asegurar su permanencia en ella: pero no ha ido su objeto brutalmente, con audacia, sino que ha procedido con cautela suma, valorizando con alma la importancia de los obstáculos que se atravesaban en su camino, los cuales procuraba más que vencer, hacer a un lado en cuanto a las personas que se oponían a su política.

“Siempre se ha precipitado por intentar seducirlas, atraerlas a su lado, ofreciéndoles puestos públicos de importancia o proporcionándoles el modo de enriquecerse fácilmente; sólo con los irreductibles, con los que no han querido doblegarse, que han rechazado toda capitulación, ha empleado del rigor; a unos los hizo abandonar el suelo patrio; otros lo abandonaron por sí solos; algunos fueron nulificados, valiéndose para ello de una paciencia, de un arte en el que nadie lo supera; por último, algunos, los menos por cierto, han desaparecido de la escena política por medio de procedimientos cuya legalidad es muy discutible.

“Por ese motivo se ha descrito gráficamente la Política del General Díaz en dos palabras: “Pan o Palo” y el notable tribuno y escritor Ing.
 Francisco Bulnes la ha condensado en su célebre frase “El mínimum de terror y el máximum de benevolencia”.

“El General Díaz ha tenido que emplear mucha habilidad para tener que llegar a los resultados que ahora palpamos.

¿Cómo la ve?, ¿encuentra algún parecido con situaciones de hoy? Algunos dicen que no, pero yo creo que sí.
 ¿No cree usted?

 

Por: Teodoro Lavín León / lavinleon@gmail.com / Twitter: @teolavin

Cumple los criterios de The Trust Project

Saber más

Síguenos en Google Noticias para mantenerte siempre informado

Sigue el canal de Diario De Morelos en WhatsApp