Este edificio es de principios del siglo XIX, desde su inicio tenía ya dos plantas, -algo raro para una construcción civil de ese tiempo- con cimientos de piedra, paredes de adobe de medio metro de ancho, techumbre de tejas a tres aguas por estar en una esquina y volada hacia la calle como era clásico de la época, todo sostenido por vigas de madera. En la planta alta contaba con un notable barandal en esquina.
Para finales del ese siglo, la propiedad estaba dividida en dos negocios, en la esquina era el tendejón de abarrotes y ultramarinos “La Castrera”, después se llamó El Progreso y para 1920 Tienda Nueva de la familia Cué quienes la atendían –sus ancestros habían tomado ese apellido de su pueblo natal. Ahí, era la parada de diligencias, después de los primeros autobuses México- Cuernavaca- Acapulco- Zihuatanejo, la tienda tenía un expendio de gasolina en bidones. Del lado derecho de la fachada estaba la Cantina La Universal de la misma familia Cué, donde al recién llegado inmigrante Eduardo Galguera Noriega -por ser paisano del pueblo de “Cué” en Llanes, Asturias- en el año de 1947 lo emplearon como encargado de la cantina. Toda la parte alta era una casa de huéspedes “La España” que después sería Hotel Jardín, en los años sesenta departamentos amueblados, bodega de un banco y finalmente salón de eventos.
La primera remodelación fue a principios del siglo XX, se cambió la techumbre de tejas por una cubierta de petatillo y un terrado plano con falso plafón, por desgracia se eliminó el barandal en esquina.
Para 1949 Don Eduardo, adquiere la propiedad completa, y por tener cuatro hijas que se oponían a que su padre se dedicara al negocio de cantina, la convierte un restaurante familiar, pero conservando el nombre de “La Universal”.
En los años sesenta, Don Eduardo traería a trabajar a dos sobrinos de su pueblo “Cué”, eran Manuel y Eduardo –Lalo- Galguera –recién fallecido ya retirado en su pueblo-.También trabajó ahí Miguel Pacheco, era el estricto administrador, y Lalo más amable, era más bien de relaciones públicas con quien tuve amistad por muchos años.
En 1961, Carmen, la tercera hija de Don Eduardo, casó con el ingeniero José Antonio Amieva Sánchez. Don Eduardo muere en 1985 quedando su esposa Concepción Escobar como única heredera.
En 1966 el empresario Pedro Ramírez Vázquez trató de comprar la propiedad a Don Eduardo para construir ahí también el edifico Las Plazas cuando casualmente también construía el Estadio Azteca.
Hasta 1978 se usaba la banqueta para mesas a la calle cubiertas con un toldo. En ese año el Ayuntamiento otorga los permisos para colocar mesas con sombrillas en una terraza que se amplió a la calle pagando una renta mensual.
En 1992, el Ayuntamiento solicitó la restauración del edificio y la señora viuda de Galguera prefiere vender la propiedad a su yerno el ingeniero Amieva. La fisonomía del edificio fue cambiada de acuerdo a un concurso de proyectos convocados por Don Adolfo Deguer secretario de obras, la remodelación la dirigió un arquitecto Sánchez de Puebla, de allá trajeron todas las piezas de la terraza y se colocaron cornisas en el piso superior y otros elementos decorativos.
La Universal es el restaurante tradicional y más antiguo de Cuernavaca, por ahí han pasado famosos como Pablo Neruda en los años en que era cónsul de su país en México; Gabriel García Márquez -con quien platiqué de mesa a mesa en varias ocasiones- cuando aquí tenia casa, era común verlo pasear alrededor del kiosco y en el Jardín de los Héroes -hoy Plaza de Armas. En La Universal se sentaron; Fidel Castro durante sus estadías en esta ciudad antes de partir a la Revolución Cubana; artistas como María Félix o Paul Newman cuando se hospedaban en el contiguo Hotel Marik; Caty Jurado recién nominada al Oscar y su esposo Ernest Borgnine ganador de esa presea, esto, cuando vivían en su casa de Chpitlán; en el ’95 por varios días visitó el restaurante Alain Delon con su familia; Brigite Bardot cuando se hospedó un una casa de calle Galeana durante una filmación. En la terraza del restaurante, se filmaron películas nacionales y de Hollywood como “Peligro Inminente” con Harrison Ford.
Fue en su acostumbrada mesa en el extremo derecho de La Universal donde el poeta Alfonso Reyes escribió;
A CUERNAVACA voy, dulce retiro,
cuando, por veleidad o desaliento,
cedo al afán de interrumpir el cuento
y dar a mi relato algún respiro.
A Cuernavaca voy, que sólo aspiro
a disfrutar sus auras un momento:
pausa de libertad y esparcimiento
a la breve distancia de un suspiró.
Ni campo ni ciudad, cima ni hondura;
beata soledad, quietud que aplaca
o mansa compañía sin hartura.
Tibieza vegetal donde se hamaca
el ser en filosófica mesura...
¡A Cuernavaca voy, a Cuernavaca!
NO SÉ si con mi ánimo lo inspiro
o si el reposo se me da de intento.
Sea realidad o fingimiento,
¿a qué me lo pregunto, a qué deliro?
Básteme ya saber, dulce retiro,
que solazas mis sienes con tu aliento:
pausa de libertad y esparcimiento
a la breve distancia de un suspiro.
El sosiego y la luz el alma apura
como vino cordial; trina la urraca
y el laurel de los pájaros murmura;
vuela una nube; un astro se destaca,
y el tiempo mismo se suspende y dura...
¡A Cuernavaca voy, a Cuernavaca!
Con la colaboración de Eduardo Amieva Galguera, y agradecimiento al INAH-Morelos por la ficha técnica.
-“Me atrevería a sugerir ante esta sabia audiencia que simplifiquemos la gramática antes de que la gramática termine por simplificarnos a nosotros. Humanicemos sus leyes”. Gabriel García Márquez en el “Primer Congreso Internacional de la Lengua Española”.
¡Hasta la Próxima!
Por: Carlos Lavín Figueroa / carlos_lavin_mx@yahoo.com.mx
