Majestuoso, sigiloso y poderoso. Así es el jaguar, Panthera onca, el gran felino de América que durante siglos ha sido reverenciado como un ser sagrado por las antiguas culturas mesoamericanas, especialmente por la civilización maya.
Su imagen ha sido inmortalizada en templos, esculturas y códices como un símbolo del poder, del inframundo y de la conexión entre el mundo físico y espiritual. Y hoy, en pleno siglo XXI, el jaguar vuelve a caminar sobre los mismos suelos que lo vieron convertirse en deidad: los de Chichén Itzá.
Por medio de un video compartido por las redes sociales de la Secretaría de Cultura y del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) se capturó la atención de miles de personas: en las imágenes se puede ver a dos jaguares desplazándose libremente por la Zona Arqueológica de Chichén Itzá, en el estado de Yucatán, bajo el manto de la noche.
La grabación fue obtenida gracias a una cámara trampa colocada en un punto estratégico de la selva, como parte de un programa de monitoreo de fauna local que se desarrolla en el entorno de la zona arqueológica. La escena fue captada el pasado 15 de junio alrededor de las 22:40 horas, pero no fue difundida hasta el primero de julio. El video no tardó en volverse viral, tanto por lo insólito del avistamiento como por la carga simbólica que representa.
Según informó el INAH, estos dos ejemplares de jaguar no solo habitan en la selva que rodea la antigua ciudad maya, sino que también "tienen gran presencia tanto en monumentos como en edificios" dentro del sitio arqueológico, reflejo de la fuerte conexión cultural entre el animal y la cosmovisión de este pueblo ancestral.
El jaguar en la cosmovisión maya y su importancia natural
Para los antiguos mayas, el jaguar no era solo un animal: era un ser espiritual. Asociado con el inframundo, el poder, la fertilidad y la noche, el jaguar representaba la dualidad de la vida y la muerte. La aparición de estos felinos en un lugar tan sagrado como Chichén Itzá refuerza esa relación mística que todavía hoy sobrevive en la memoria cultural del sureste mexicano.

No obstante, más allá de su valor espiritual y cultural, el jaguar juega un papel vital en los ecosistemas selváticos. De acuerdo con un artículo de la Secretaría de Cultura de Guerrero, el jaguar se encuentra en la cúspide de la cadena alimenticia, lo que lo convierte en un regulador natural de otras especies. Su presencia es indicadora de un entorno saludable y funcional, pues ayuda a mantener el equilibrio entre presas y depredadores menores.
Sin embargo, su supervivencia está cada vez más amenazada. La pérdida de hábitat debido a la deforestación, la expansión urbana y las actividades humanas ilegales como la caza furtiva, han colocado al jaguar en una situación crítica en muchas regiones del continente.
Una señal de esperanza
La presencia reciente de estos dos jaguares en Chichén Itzá no solo es un espectáculo para los sentidos y un mensaje profundo desde el pasado, sino también una señal de esperanza.
“Es un testimonio de que todavía existen áreas donde el jaguar puede vivir y desplazarse libremente”, comentaron desde el INAH, quienes aseguraron que seguirán fortaleciendo los esfuerzos de conservación y monitoreo.

Mientras tanto, el video sigue circulando entre internautas, activistas, arqueólogos y amantes de la naturaleza, como un recordatorio de que el vínculo entre el ser humano y la naturaleza no está perdido del todo, y que quizá, aún estamos a tiempo de protegerlo.
