Hijo de una de las familias más conocidas de Cuernavaca, médico especialista en enfermedades del sistema nervioso, cuenta con una Maestría, hombre de ética y de solidos principios es el doctor Güido Rischia Velázquez, quien es padre de dos hijos: Estefanía y Luis de 27 y 22 años respectivamente. Su hija vive en Escocia y es mamá de un hermoso pequeño. Luis estudia el cuarto año de Derecho en la Universidad La Salle en la Ciudad de México.

Güido nació en Cuernavaca en el sanatorio Guadalupe del doctor Lupián el 28 de septiembre de 1959.

Sus padres fueron el Contador Luis Rischia Casale y doña Tayde Velázquez Tapia. Además de tener su propio despacho contable, su padre tenía una de las tabaquerías más conocida de Morelos sobre la calle Guerrero frente al Jardín Juárez a un costado del restaurante “La Universal”.

Don Luis atendía en su despacho del que se fue desprendiendo poco a poco hasta que se lo dejó a su sobrino Rafael Velázquez para cuidar a sus clientes del despacho contable.

Fueron tres hermanos: Güido, Luis y Mario. Güido es médico y radica en Cuernavaca y Luis a la vez que Mario son Licenciados en Derecho y viven en la Ciudad de México.

Pasó su kínder en el Resurgimiento, la primaria en el colegio Evolución con el profesor Agustín Güemes, la secundaria en el Colegio Morelos, la preparatoria en el Instituto Chamberousse de la Ciudad de México y se recibió de médico en la Universidad La Salle en la especialidad de Enfermedades del Sistema Nervioso.

Desde los 18 años, mientras estudiaba, trabajó en una clínica de especialidades y durante 5 años vivió en el Opus Dei recibiendo doctrinas religiosas y filosóficas, llegando a conocer personajes de la política, de la religión, de la literatura y a grandes artistas de las artes plásticas.

El Opus Dei (encontrar a Dios en la vida ordinaria), es una institución de la iglesia católica fundada en 1928, cuya misión es difundir el mensaje que el trabajo y las circunstancias ordinarias son la ocasión de encuentro con Dios. Es una organización universitaria (1941) donde se imparte filosofía y se enseña el comportamiento bajo los principios del catolicismo. El Opus Dei colabora con las iglesias locales ofreciendo medios de formación cristiana, como retiros, clases y atención sacerdotal.

Nos cuenta que su papá era muy estricto, pero en la intimidad del hogar y estaba de buen humor, además de tener buenas relaciones y siempre bromeaba con la clientela y los amigos.

Acostumbraban ir a los mejores restaurantes de México. Don Luis los llevaba por el centro de la capital y no había restaurantero que no lo conociera ya que su papá era chef y muy querido por la gente del ramo.

Recuerda que iban al restaurante El Cardenal, al Casino Español, a La Mansión de Rafaelo, a comer con Alex Cardini y a los Seps con Pascual Filizzola propietario del Hotel Regis, el que fue destruido totalmente en el terremoto de 1985 de la Ciudad de México y quien además era dueño de las tiendas de ropa fina para hombre: “Scoppino”.

Casi nunca le querían cobrar la comida a su padre en los distintos restaurantes a los que iban y él los amenazaba con no regresar si no aceptaban su dinero. Muchos de ellos le cobraban solamente la mitad de la cuenta.

Con su mamá tuvo una relación de afecto y de mucho cariño, pues además siempre se encontraba el tiempo para presionarlo y ayudarle en sus estudios. “Mi madre me dio las bases de la ética, me enseño como defender mis principios, a llevar una conducta ordenada y honesta, en que he fincado el camino de mi vida”, aclara.

Conoció a Lupita Fernández con quien lleva una hermosa relación.

Su papá falleció en 2001 de un infarto al estar junto a su esposa, admirando pasar el desfile del 16 de septiembre frente a La Universal. Fue un momento doloroso para sus amistades y para su familia.

Güido nos cuenta con tristeza que doña Tayde falleció en 2006 víctima de una grave enfermedad.

Ha salido en muchas ocasiones a los Estados Unidos con sus hijos. El lugar que más les gustó fue Disneylandia, visita las playas de la República, así como por todo el Estado de Morelos.

A Güido le gusta la música de disco, el jazz y por supuesto la música clásica, nos aclara; le gusta la comida gourmet, los mejores vinos tintos y dice que el peor de los tintos es el mejor de los vinos blancos.

Le gusta bailar, asistir a reuniones sociales y tiene grupos de amigos con quienes se reúne con frecuencia como: el doctor Mario Blanco, Ignacio Valdovinos, el doctor Rodolfo Rojo, Isaac Cedillo, Roberto Reyna y muchos más.

Es un enamorado de la lectura en especial los temas de la comedia y el terror, obras de corte histórico y de los clásicos como Oscar Wilde, Marcel Proust y otros.

Cursó la carrera de medicina por la insistencia de su papá quien siempre quiso ser médico pero tuvo que estudiar comercio. Afortunadamente a Güido le fascinó la carrera. Tuvo la suerte que en la mayoría de los casos las cátedras fueron impartidas por los autores de los libros de texto, muchos de los cuales siguen teniendo actualidad.

Recuerda sonriendo que Luis, su padre, conoció la Universidad en dos ocasiones: cuando lo llevó a inscribir y el día en que presentó su examen profesional. Entonces creyó que era por sus múltiples ocupaciones y años después supo que era por orgullo al ver a Güido, terminando la carrera que él tanto había deseado estudiar.

Güido comenzó a ejercer en su propio consultorio en la Ciudad de México, sin dejar de dar servicio en el medio hospitalario. En su misma Universidad, impartió clases de anatomía y del sistema nervioso. Cursó una Maestría sobre las enfermedades del Sistema Nervioso, conociendo a grandes eminencias en esta especialidad, como los doctores: Francisco Escobedo, Patricio Beltrán Goñi, al doctor Nava Segura, al doctor Bruno Estañol, al doctor Mariscal, Enrique Eng quien fue su mentor y a quien le tiene un gran respeto y cariño por su entregada  enseñanza personal.

Regresó a Cuernavaca en el año de 1998 de donde es oriundo y comenzó a trabajar en su consultorio privado y en varios centros hospitalarios. Hoy en día es uno de los más prestigiados neurólogos de Cuernavaca.

El doctor Rischia nos cuenta que hacía varios años su padre le presentó al filósofo y literato don Alfonso Reyes quien era un continuo visitante de La Universal y muy amigo del escultor Fernando Botero. Güido le pidió que le consiguiera una obra del artista. Don Alfonso Reyes se le quedó mirando y dijo: “Yo ya quisiera tener una para mi”.

La vida de Güido está llena de recuerdos y es una persona muy estimada por sus pacientes, amigos y por toda la sociedad. Cuernavaca es el lugar que más quiere y nos dice que jamás ha pensado emigrar a otra ciudad ya que sus raíces están profundamente arraigadas en su querida Cuernavaca.

El doctor Guido Rischia, en el jardín.

Por: Rafael Benabib / rafaelbenabib@hotmail.com

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