Este sábado primero de diciembre (1D) dejará el encargo que los mexicanos dimos durante seis años, el Presidente Enrique Peña Nieto. Último Presidente que culminará su sexenio el 1D, ya que Andrés Manuel López Obrador lo hará por mandato constitucional el primero de octubre de 2024 y así los futuros presidentes.

Se viene el 1D y por muchos podrá ser distinta la percepción permeada hacia su el todavía gobierno peñista, para algunos buena, para otros mala, pero de lo que no hay la menor duda es que los números en materia de crecimiento económico, infraestructura, fomento turístico, inversión extranjera directa, en generación de empleos, solo por mencionar algunos rubros en comparación con otras administraciones, la actual ha alcanzado niveles históricos.

Y retomo lo anterior, porque hablar sobre cifras y logros de un gobierno saliente, así como de compromisos cumplidos nos debe servir para poder tener un parámetro mínimo de lo que debe seguir avanzando y del futuro que debemos exigir para los próximos gobiernos.

De nada serviría para los mexicanos la alternancia en el poder, si para efectos de nuestro día a día observáramos retrocesos o peor aún si se aumentan brechas o se fomentan divisionismos.

Llegar a un gobierno cargando con las emociones de las elecciones o del aplauso fácil no es la mejor fórmula para llevar una agenda nacional ordenada y poder empujar a toda una administración pública por el carril deseado. Más que decirlo de manera contundente, los futuros funcionarios deben convencer a una gran cantidad de mexicanos y para que todo ello se visualice, es obligado el paso hacia una coordinación pulcra y eficiente de los equipos, ya que los mensajes contradictorios entre ellos, solo traerán incertidumbre.

El motivo de un nuevo gobierno, también abre un espacio propicio para unificar al país; emprender políticas públicas en un México tan diverso requiere de una enorme paciencia y talento para concretarlas, siendo así, si se quiere generar unidad se deben explicar las conveniencias de dichas acciones y no actuar por decreto o peor aún, descalificando a quien no comparta la misma visión.

Es válido corregir los males de México (si nos permite el lector así llamarles) pero nunca corregirlos mediante otros males o regresiones antidemocráticas; como gobierno se debe ser muy cuidadoso, reitero, sumamente delicados en cada una de las expresiones que se viertan del acontecer nacional ya que la representación depositada en Jefe de Gobierno y Jefe de Estado, no es de una sola persona o de un movimiento, es representar a todos los mexicanos.

Cada quien es dueño de sus palabras, pero quien lleve una función pública será doble su compromiso con la ecuanimidad; como ciudadanos todos debemos ser responsables que ante el debate de lo público exista autocrítica y nunca se ofenda a quien la realice.

Finalmente, siempre se menciona el deseo que le vaya bien a nuestros gobiernos para que le vaya mejor a la ciudadanía; sin embargo para que le vaya bien a los gobiernos, primero éstos deben ser parte de una lógica de pluralidad social y dejar de lado los falsos debates entre buenos y malos; en México son muchos los que buscan alcanzar mejores niveles de bienestar pero también son más los que detestan no sentirse representados por sus gobernantes.

Podrá ser el último 1D, pero el primero en el que México más que nunca necesite atemperar los ánimos e integrar visiones. Éxito y nos leemos el martes.

 

Por: Guillermo Amerena Betancourt

amerenaguillermo@gmail.com

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