Cuando se habla de suicidio, comúnmente se piensa en un proceso prolongado: pensamientos persistentes, planificación detallada y señales visibles para el entorno. Sin embargo, una parte significativa de los casos no sigue este patrón. Se estima que hasta un 40% de los suicidios son impulsivos, es decir, ocurren sin planificación previa y con escasa o nula anticipación.

Cómo identificar la depresión y cómo combatirla

El suicidio por impulso se caracteriza por la rapidez con la que se pasa de una emoción intensa a la acción. No suele haber ideación prolongada ni un plan estructurado. En muchos casos, una situación dolorosa o un conflicto emocional actúan como detonante para que la persona, sin tiempo de reflexión, intente quitarse la vida.

“La impulsividad, combinada con la desesperación, puede llevar a una persona a actuar sin pensar en las consecuencias. Pero cuanto más tiempo se hable con ella, más probabilidades hay de que no lo haga”, explica Enric Armengou, especialista en salud mental.

La conexión humana —el simple hecho de sentirse escuchado— puede ser un elemento crucial en la prevención. Según expertos, este tipo de conductas son más comunes en personas con dificultades para gestionar emociones intensas, con historial de impulsividad, consumo de sustancias o antecedentes de autolesiones.

Estos factores, aunque no determinan con certeza que alguien intentará suicidarse, sí representan señales de alerta que deben ser tomadas en cuenta.

“Todos podemos pasar por una discusión o una crisis personal, pero no todos reaccionamos con un intento suicida. Lo que marca la diferencia es la manera en que cada persona maneja sus emociones”, señala el doctor Pascual, quien subraya que el suicidio está íntimamente ligado al estado emocional del momento. “Nadie que esté feliz considera quitarse la vida; es cuando uno se siente fatal que surge la idea.”

Entre los sentimientos más frecuentes en personas con pensamientos suicidas se encuentran: desesperanza, incapacidad para imaginar un futuro sin sufrimiento, bloqueo mental, dificultad para tomar decisiones, y la sensación de que el dolor emocional es insoportable. Estas emociones no siempre significan que hay una intención suicida, pero pueden volverse peligrosas cuando coinciden con una baja tolerancia a la frustración y una alta impulsividad.

La importancia de estar atentos

Detectar a tiempo un suicidio por impulso no es sencillo, pero el entorno puede jugar un papel fundamental. Observar cambios bruscos en el comportamiento, consumo de alcohol o drogas, aislamiento repentino, expresiones de desesperanza o comentarios sobre la muerte son señales que no deben ignorarse.

Hablar, acompañar y no juzgar pueden salvar vidas. La escucha activa y el apoyo emocional inmediato son estrategias de prevención efectivas, especialmente ante situaciones de crisis emocional.

El tiempo y la conversación pueden marcar la diferencia entre una decisión fatal y una oportunidad para sanar.

 

Noviembre  2025  - CDI Morelos

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