La sensación común de que los años pasan demasiado rápido al envejecer tiene explicación científica. Varios estudios en neurociencia y psicología revelan que nuestra percepción del tiempo cambia con la edad debido a factores neurológicos, cognitivos y experienciales.

El cerebro y su percepción temporal

1. Procesamiento visual más lento: Según investigadores, al envejecer nuestra red neuronal se vuelve más compleja, lo que retrasa las señales visuales. Esto reduce "fotogramas por segundo" en nuestra percepción, haciendo que los momentos parezcan más breves.

2. Menos dopamina, menos tiempo sentido: La disminución natural de dopamina con la edad afecta el ritmo interno del cerebro, llevando a que los adultos subestimen la duración real de eventos cotidianos.

Rutina, memoria y juventud

Los años parecen más largos en la infancia porque cada experiencia es nueva y significativa. Cuando somos adultos y repetimos rutinas, el cerebro codifica menos recuerdos, lo que hace que el tiempo parezca acelerar.

Matemáticamente, un año representa una fracción menor de la vida conforme envejecemos —por ejemplo, a los 50 años un año es solo 2 % de la vida vivida— y nuestra percepción subjetiva se ajusta a esa proporción.

El efecto del aburrimiento vs. diversión

Neurocientíficos como Michael Shadlen explican que cuando estamos absortos en actividades placenteras, el cerebro anticipa múltiples horizontes temporales a la vez, lo que crea la sensación de que el tiempo se acelera. En cambio, la monotonía fragmenta la experiencia y parece alargarla.

David Eagleman descubrió que en situaciones límites, aunque sentimos que el tiempo se desacelera, en realidad no procesamos más datos, sino que construimos recuerdos más densos e inolvidables.

¿Se puede frenar esa aceleración?

Sí. Expertos proponen meterse en actividades nuevas (viajar, aprender algo distinto, romper la rutina diaria), ya que generan más recuerdos y hacen que el tiempo se perciba como más ancho. Herramientas como el mindfulness o la atención plena también ayudan a vivir más conscientemente y sensorialmente el presente.

La percepción subjetiva de que el tiempo pasa más rápido con los años es resultado de una combinación entre el cambio biológico en el cerebro, la disminución de novedades en la vida adulta y la manera en que creamos recuerdos. Para contrarrestarlo, propuestas como introducir novedades frecuentes y vivir con atención plena podrían ayudar a alargar nuestra sensación del tiempo vivido.

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