Jiutepec.- En cada salto, cada giro y cada sonrisa de sus alumnos, hay un pedacito de la historia de Perla García Castro, una mujer que ha dedicado su vida entera a la gimnasia.
Desde los seis años, cuando comenzó a practicar en la Ciudad de México, Perla encontró en este deporte no sólo una pasión, sino un propósito que la ha acompañado durante más de cuatro décadas.
A sus 48 años, la entrenadora de la colonia San Francisco Texcalpan, en Jiutepec, lleva 28 años formando generaciones en el Instituto del Deporte de Morelos (Indem). Primero en la gimnasia artística, y desde hace una década, en la gimnasia de trampolín, disciplina que le ha regalado algunas de las satisfacciones más grandes de su vida.
Este 2025, Perla celebró un logro histórico: una medalla de bronce nacional en gimnasia de trampolín sincronizado varonil, un resultado aún más especial porque los ganadores fueron sus propios hijos, Aarón y Aldo, entrenados en condiciones modestas, con un sólo trampolín. Un ejemplo claro de que el talento y la pasión pueden más que cualquier obstáculo.
“Comencé como entrenadora en 1997 por algunas consecuencias de la vida, ya que no me quedé en la universidad. En casa tenía que realizar alguna actividad física, y al ver que el profesor que daba clases de gimnasia no realizaba ejercicios específicos del deporte, decidí hablar con el director del Fidel Velázquez. A partir de ese momento me di cuenta que era mi pasión”, recordó en entrevista para Diario de Morelos.
Su historia es la de una mujer que ha sabido convertir cada tropiezo en impulso. Docente de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) en las licenciaturas de Educación Física y Ciencias del Deporte, y actual Vicepresidenta de la Asociación de Gimnasia de Morelos, la profesora Perla no sólo enseña técnica, sino también valores, disciplina y amor por lo que se hace.
“Hay muchos momentos que me han traído grandes satisfacciones, como la medalla de tercer lugar en trampolín sincronizado este año, o el segundo lugar femenil nacional; pero fuera de las medallas, lo más importante es dejar una enseñanza en cada niño y niña que ha pasado por mis clases. Verlos crecer y convertirse en personas de bien, eso no tiene precio”, confesó emocionada.
En su camino, no ha estado sola. Perla se muestra agradecida “con Dios, con mi papá Alfonso García, mi guía; con mi mamá Floriberta Castro, mi todo; con mis hijos Aarón y Aldo, mis motores; y con mis hermanos Alfonso, Sergio y Adrián por todo su apoyo incondicional”, declaró.
Hoy, Perla García sigue al frente de sus clases, con la misma energía y entusiasmo del primer día. Su voz sigue marcando el ritmo de los entrenamientos, su mirada corrige con cariño y su ejemplo inspira. Porque más allá de los podios, su mayor victoria está en haber dedicado su vida a formar sueños, y hacerlos volar alto.
