DE PRONTO, parece que ya no sirven todos los trucos conocidos en campaña electoral para agenciarse las simpatías del electorado, porque es bien sabido que: “Prometer no empobrece; cumplir es lo que aniquila”. 

Han sido tantas las campañas y tantos los engaños, que el cándido elector mutó en un taimado personaje que se aparece cada tres años para entrar a un juego parecido al que describe una vieja canción: 

“Tú juegas a engañarme, yo juego a que creas que te creo. Escucho tus bobadas, acerca del amor y del deseo…”, decía con bella voz la intérprete española Luz Casal en la canción “No me importa nada”. 

YA NO sorprende la cara de atención y seriedad que ponen muchos de los próximos electores que son visitados por casi todos los candidatos a las alcaldías y diputaciones. Se sacan la foto y todos parecen uno sólo. 

Lo mismo candidatos que ciudadanos parecen convencidos de que las promesas de los primeros serán una realidad para los segundos, incluso en asuntos que a todas luces pertenecen al reino de la fantasía. 

Los potenciales electores no le hacen el feo a una gorrita, un paraguas una playera, una bolsa o cualquier chuchería poniendo cara muy formal y la palabra de que apoyarán al candidato en las urnas. Y todos felices. 

LOS CANDIDATOS en campaña saben que cada vez es más difícil que los electores cumplan su palabra de apoyo, ni siquiera con la oferta de unos cuantos pesos, por lo que también elevan la apuesta en promesas. 

A veces resultan tan burdas las propuestas, que si no ofrecen una vida de primer mundo tipo Noruega, es porque no conocen el ranking de la Organización de las Naciones Unidas o alguien ya les ganó la mentira. 

Por lo anterior, los aspirantes a sacrificarse en el servicio público caen en los lugares perversos de ofrecer lo que hace volar las ilusiones de los electores, con tintes incluso de audaz probabilidad, pero al fin incierto. 

FRENTE A la anterior realidad vale un respiro en la lírica de la autora hispana Gloria Varona: “Tu juegas a quererme, yo juego a que creas que te quiero, buscando una coartada (…) y no me importa nada-nada”.

Por E. Zapata / opinion@diariodemorelos.com / Twitter: @ezapata1

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