BAJITO, MUY bajito, casi por los suelos, está poniendo el listón “El Toro” Félix Salgado Macedonio en materia de rechazo a instituciones como el INE, con sus descalificaciones, plantones, amenazas abiertas... 

Así las cosas, no se ve impedimento para que el mismo Félix o cualquier otro ciudadano embista al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación o, qué más da, a la Suprema Corte de Justicia. 

Si hace eso este hombre que no es legalmente nadie más que uno de los 21 mil 883 candidatos a cargos de elección popular, qué debería impedir al resto de candidatos hacer lo mismo contra todo y todos. 

EL CASO de Félix Salgado va más allá del ámbito político-electoral, porque fija precedente ante mucho de lo que podrá acontecer a partir de que se conozcan los resultados de las elecciones del 6 de junio. 

No porque los resultados del cómputo deban acatarse a pie juntillas y sin chistar, pues para cualquier diferendo existen instancias exprofeso como son los tribunales locales y federales, pero nada de ir más lejos. 

Lo que sigue es la anarquía, ésa sobre la que Félix ha puesto bajo nivel, para mal con notoria anuencia de sus correligionarios a nivel de calle, de sus liderazgos partidistas y hasta del máximo morenista del país. 

PARA EFECTOS, en Morelos la etapa de apremio no es menor en el Instituto Morelense de Procesos Electorales y Participación Ciudadana, cuyo largo nombre es inversamente proporcional a sus capacidades. 

Con tales debilidades, los resultados de lo que queda del proceso electoral, que tiene jornada cumbre dentro de 48 días, se avecinan como de pronóstico reservado y reclamos a la calidad del árbitro electoral. 

Con 23 partidos políticos en juego, “ayuntados” varios de ellos al menos, no sería rara una estampida de juicios para la protección de los derechos político-electorales cuya demora en desahogo abonaría inestabilidad. 

PEOR AÚN, qué podría sorprender e impedir que se desate más de una escaramuza de dimensiones iguales o mayores a la de “Toro” Salgado Macedonio, epítome de lo primitivo, voluntarioso y gandalla. Son tiempos salvajes.

Por E. Zapata / opinion@diariodemorelos.com / Twitter: @ezapata1

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