El 4 de mayo de 2025, un hecho insólito sacudió a todo el mundo: una mujer comerciante en la comuna de Kenscoff, en el distrito de Puerto Príncipe, en Haití, confesó haber envenenado a por lo menos menos 40 miembros de la banda criminal "Viv Ansanm" utilizando empanadas contaminadas con un pesticida agrícola. Este acto, que ha generado un amplio debate sobre justicia por mano propia, ocurre en un contexto de profunda crisis de seguridad, donde las pandillas controlan vastas áreas del país y la violencia ha cobrado más de 1,600 vidas en los primeros tres meses del año.

Detalles del incidente

Según reportes de medios locales e internacionales, la mujer preparó empanadas, conocidas localmente como "patés", utilizando "aceite de oruga", un pesticida tóxico empleado en labores agrícolas. Estas empanadas fueron ofrecidas a los pandilleros, quienes, tras consumirlas, sufrieron convulsiones, dolores estomacales intensos y fallecieron sin recibir asistencia médica.

El número exacto de víctimas varía ligeramente entre reportes, con algunos medios, confirmando 40 muertes, mientras otros sugieren que podrían haber sido más. La mujer, cuya identidad no ha sido revelada, actuó sola, según su confesión, y utilizó este método como respuesta al acoso y la violencia que sufría de parte de la banda, que desde enero había aterrorizado a la comunidad de Kenscoff.

Desarrollo y reacciones inmediatas

Tras el envenenamiento, la mujer huyó de su hogar, anticipando represalias. Como era de esperarse, los pandilleros restantes atacaron y destruyeron su vivienda. Sin embargo, ella se entregó voluntariamente a la policía, buscando protección y confesando su responsabilidad. Actualmente, se encuentra bajo custodia policial, aunque no se han detallado las medidas legales que se tomarán en su contra.

La falta de una declaración oficial de las autoridades haitianas, añade incertidumbre sobre las posibles consecuencias legales del caso. Esto refleja la debilidad institucional en un país donde la policía y el sistema judicial están abrumados por la violencia de las pandillas.

Contexto de la crisis de seguridad en Haití

Haití vive una espiral de violencia que ha empeorado en 2025. Según datos de la ONU citados en varios reportes, entre enero y marzo de este año se registraron más de 1,600 muertes y 580 heridos debido a enfrentamientos entre bandas armadas, grupos de autodefensa, civiles no organizados y fuerzas de seguridad. La coalición "Viv Ansanm", a la que pertenecían las víctimas, fue designada como organización terrorista extranjera por el Departamento de Estado de EE.UU. el 2 de mayo de 2025, lo que subraya la magnitud de la amenaza.

Kenscoff, la localidad donde ocurrió el incidente, es una de las áreas afectadas por el control de las pandillas, que han impuesto un régimen de terror, extorsión y violencia contra la población civil. Este contexto explica, en parte, el acto extremo de la mujer, quien, según algunos reportes, actuó como respuesta a la impotencia frente a la falta de protección estatal.

Debate sobre justicia por mano propia

El caso ha reavivado el debate sobre la justicia por mano propia en Haití. Mientras algunos sectores de la sociedad ven el acto de la mujer como una forma de resistencia frente a la anarquía, otros lo consideran un peligroso precedente que podría desatar más violencia. Medios destacan que este incidente pone en evidencia el colapso institucional y la creciente desesperación de los ciudadanos, quienes, ante la ausencia de un estado funcional, recurren a medidas extremas para protegerse.

Sin embargo, la legalidad y ética de este acto son cuestionables. La mujer, al confesar, se puso en manos de la ley, pero la falta de claridad sobre cómo procederá el sistema judicial haitiano deja abierta la posibilidad de que este caso quede sin resolución, alimentando aún más la percepción de impunidad.

Análisis y perspectivas

Este incidente no es un caso aislado, sino un síntoma de la profunda crisis humanitaria y de seguridad que atraviesa Haití. La violencia de las pandillas, combinada con la debilidad del estado, ha llevado a situaciones donde los ciudadanos sienten que no tienen otra opción que tomar la justicia en sus manos. Sin embargo, acciones como esta también pueden exacerbar el ciclo de violencia, ya que las bandas suelen responder con represalias brutales, como se vio en el ataque a la vivienda de la mujer.

La comunidad internacional ha expresado preocupación por la situación en Haití, pero las soluciones, como el despliegue de misiones de paz o apoyo económico, han sido insuficientes hasta ahora. Este caso, aunque extremo, podría servir como un llamado de atención para que se tomen medidas urgentes para restaurar el orden y proteger a la población civil.

Conclusión

El envenenamiento masivo de pandilleros en Haití mediante empanadas envenenadas es un trágico reflejo de la desesperación y el vacío institucional que vive el país. Con más de 1,600 muertes violentas en los primeros tres meses de 2025 y grandes áreas bajo el control de grupos armados, Haití se encuentra en una espiral de violencia que parece no tener fin. Este incidente no solo pone de manifiesto la incapacidad del estado para proteger a sus ciudadanos, sino que también plantea preguntas profundas sobre los límites de la justicia y la ley en un contexto de total descomposición social.

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