En noviembre de 1961, Michael Rockefeller (hijo del entonces gobernador de Nueva York, Nelson Rockefeller, y heredero de una de las familias más poderosas de Estados Unidos) desapareció en las remotas aguas del suroeste de Nueva Guinea, actual Papúa Occidental. Su rastro se perdió cerca del río Betsj, en un territorio habitado por tribus indígenas aisladas. Lo que comenzó como una misión antropológica terminó convirtiéndose en una de las desapariciones más enigmáticas del siglo XX, rodeada de teorías, rumores y el mas curioso de todos el canibalismo.
Michael, con solo 23 años, era un joven apasionado por el arte y las culturas no occidentales. Viajó a Nueva Guinea con el objetivo de recolectar artefactos tribales para el Museo de Arte Primitivo de Nueva York. El 17 de noviembre, su embarcación sufrió un desperfecto frente a la costa del golfo de Arafura. Tras pasar la noche a la deriva con su compañero holandés René Wassing, Michael tomó la decisión que sellaría su destino: se lanzó al mar con la esperanza de alcanzar la costa nadando 19 kilómetros. Nunca más se le volvió a ver con vida.
La versión oficial de las autoridades neerlandesas, que en ese momento administraban la región fue que se había ahogado. Pero pronto comenzaron a circular rumores más oscuros.
La zona donde desapareció estaba habitada por los asmat, una etnia guerrera que practicaba antiguas formas rituales de canibalismo y venganza tribal. Durante años, distintas investigaciones han sugerido que Michael pudo haber llegado a tierra… solo para ser asesinado y devorado por los asmat, como acto de represalia por muertes provocadas por colonos occidentales años antes.
En 2014, un documental del periodista Carl Hoffman, titulado Savage Harvest, reavivó la polémica. Hoffman viajó a la región, entrevistó a ancianos de la tribu y recopiló testimonios orales que parecían confirmar la espeluznante teoría: “El hombre blanco vino del mar y fue llevado por los espíritus”. En realidad, según algunos relatos, los asmat habrían considerado a Rockefeller una ofrenda para restablecer el equilibrio de sangre.
Aunque nunca se encontró su cuerpo, el misterio de su desaparición sigue alimentando tanto la fascinación como el horror. Michael Rockefeller, el joven idealista que buscaba puentes entre culturas, quizá encontró el precio más alto por cruzarlos.
