La mayoría de la gente se pregunta por qué, durante la intromisión de la turba de seguidores del todavía presidente de Estados Unidos Donald Trump que asaltó el Capitolio en Washington el día 6 de diciembre, eran puras personas de entre 30 a 45 años de edad a la vez que había pocas veteranos arriba de los 50 que ya tienen conformada una vida estable, al igual que casi ningún jovencito de 15 a 20 años.

Existen varias teorías al respecto, entre las que se encuentran los que están desesperados por la falta de trabajo en el País, también los miembros de las bandas neonazis, los supremacistas, aquellos que trabajan para los narcos en busca de mercado para sus drogas entre los desesperados o los que verdaderamente respaldan la política del presidente Trump. La más cercana de esas teorías es la de los veteranos de guerra de los recientes y aún vivos conflictos que siempre ha tenido Estados Unidos contra el resto del mundo.

En primer término está el problema de la desocupación laboral, ya que además del problema económico y financiero por todo el país, como los ramos bancarios, empresariales y gubernamentales por el exceso de burocracia, ya que en el país vecino, hoy están cerca del nueve por ciento de desocupación, que es mayor al que había durante la crisis de los años 2006 y 2008 con la cual están a punto de repetir el problema de la gran depresión en 1929 y que hoy en día con los miles de desempleados, poco les falta para alcanzarla.

Luego están las pandillas de los grupos neonazis que pululan por todo el País y que están dispuestos a participar en lo que se necesite, así fuere un movimiento anti negro, anti mexicano, anti Suramericano,  latino, anti indio, anti izquierdistas, moderados o de la gente sin recursos que habitan en covachas, edificios derruidos (Slums) o en las calles, porque no alcanzaron la ayuda que se les da a los desempleados al haber sido despedidos de su trabajo (welfare) y el cual no cubre ni un pequeño porcentaje de los que lo perdieron.

 

Le siguen los supremacistas quienes están en contra de los que no son güeros, de los negros, de los latinos, de los judíos, de los católicos, de los musulmanes, de los asiáticos, de los que no son blancos anglosajones protestantes (Wasp), etcétera, que es la gran mayoría de la población y son los que más respaldan la actuación de Donald Trump y que por eso sacó 70% de los votantes.

 

Este grupo se encuentra por todo el País, en especial por el cinturón Bíblico (The bible belt) que radican en la mitad del País desde el este hacia el oeste, donde encuentran los más precarios trabajos, aquello que es muy pesado para su cuerpo y su prestigio social. Si existe algún grupo de negros, tienen que ser miembros de alguna comunidad protestante, vivir en el lado oeste de cualquier ciudad, sin importar que tengan diplomas en actividades sobresalientes como Maestrías, Doctorados, reconocimientos en el deporte, etc., siempre son discriminados fuera de sus grupos específicos.

Continúa el grupo de sicarios, pandilleros al servicio de los narcotraficantes, de sus jefes los narcos estadunidenses, de una enorme cantidad de agentes del orden como los de la DEA, de la CIA, del FBI, quienes se hacen pasar como los veladores del orden y la seguridad social, pero que muchos de ellos son tanto o más corruptos que los que más, porque no sólo tienen esa manera de vivir, sino que además entre ellos se encuentran los dueños de las mayores riquezas del mundo. Y que ellos respaldan lo que significa Donald Trump para su economía, pues es agresivo, promete hacer la guerra a cualquiera (aunque sólo amenazó a medio mundo pero nunca disparó un solo tiro).

En cuanto a los jóvenes, de 18 hasta 20 años comienza el fenómeno de su ausencia en la protesta porque no tienen de que quejarse, pero de 20 a 50 es gente que ya estuvo en la guerra, ya sea en Irak o en Afganistán, como John Shmit quien se tuvo que enlistar, él al igual que muchos otros se casó antes de partir, seguramente con hijos pequeños o la mujer embarazada y se pasó 3 años en campaña. 

Cuando regresaron a sus lugares de origen después de la larga ausencia, la mayoría de ellos ya no encontraron a la esposa que dejaron, ellas tuvieron que rehacer su vida, conocer nuevas amistades, trabajar, salir a divertirse y durante ese tiempo cambió de amistades, departió con otra gente y cuando John apareció ya no era la misma, al encontrarse con una desconocida John se volvió agresivo y ella le pidió el divorcio. El exsoldado se fue a casa de sus padres quienes lo aceptaron con gusto pero al poco tiempo también los trató en forma agresiva.

Salió a buscar trabajo pero el que dejó ya estaba ocupado con uno más joven a quien habían preparado durante su ausencia. Estuvo buscando hasta que encontró uno de obrero en el que comenzó a funcionar pero lo corrieron por falta de experiencia o por haberse peleado con un compañero o no haber obedecido una orden y ya sin dinero no sabía que más hacer. 

Buscó a sus amigos quienes ya no lo aguantaron porque se peleaba con todos a quienes veía como si fueran los enemigos de guerra en Afganistán. Conoció a unos excombatientes y lo invitaron a pertenecer a un grupo de veteranos de guerra, los cuales habían pasado más o menos lo mismo. Se acostumbró a ir a las juntas donde todos enseñaban sus armas que el ejército les regala por lo que él fue por la suya y se volvió un miembro de esa “hermandad”. 

Ahí aprendió lo que era la supremacía blanca, se enteró que miles de veteranos se habían suicidado porque no había un lugar en los que pudieran vivir. 

Varias veces pensó que el suicidio era su única salida porque no cabía en ninguna parte. Oyó que durante años, en Estados Unidos existía un suicidio al día o más. A John se le quitó el miedo de estar sólo y aunque durante tres años todo lo que aprendió fue matar al enemigo. Hacía poco que junto a unos compañeros del grupo fue al llamado de Trump a asaltar el Capitolio porque el presidente había prometido hacerle la guerra a Cuba, a Venezuela, a China, a Irán y a Rusia y ahí sí tenía un espacio para lo que él sí sabía hacer: matar defendiendo a su patria.

Donald Trump sabe de la existencia de esos grupos supremacistas, neonazis y exsoldados que tienen ese tipo de problemas. Por supuesto que no son todos los  veteranos ya que muchos de ellos reciben ayuda sicológica, mientras a los que se refiere John son los que “quieren hacer la guerra y defender la democracia en cualquier parte del mundo”, como Trump los está incitando a la insurrección por segunda vez pero ahora en los 50 capitolios estatales que existen en el país.

Por: Rafael Benabib / rafaelbenabib@hotmail.com

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