La Generación Z, nacida entre finales de los noventa y comienzos de los 2010, se ha convertido en el motor de una nueva ola de inconformidad global. Con edades que van de los 12 a los 27 años, representan hoy una cuarta parte de la población latinoamericana, según estimaciones del Banco Mundial. Son los primeros nativos digitales, hijos de la crisis y de la conectividad permanente, marcados por la incertidumbre, el cambio climático, la desigualdad y la frustración ante estructuras políticas que parecen no escuchar.
En América Latina, este grupo se distingue por su capacidad de organización y por el uso estratégico de las plataformas digitales como medio de protesta y reflexión colectiva. TikTok, Instagram y YouTube sustituyeron a los noticieros y las aulas como espacios de debate, convirtiendo la viralidad en su lenguaje político. Desde ahí, las juventudes cuestionan las normas heredadas, los sistemas de poder tradicionales y las estructuras sociales que sostienen la desigualdad.
En Perú y Nepal: los jóvenes toman la palabra
El despertar juvenil no es un fenómeno aislado. En Perú, la frustración ante la corrupción política y la falta de representación provocó una ola de movilizaciones encabezadas por estudiantes y colectivos ciudadanos. En Lima y Cusco, miles de jóvenes marcharon durante semanas exigiendo un nuevo pacto social y el fin del abuso de poder. Su mensaje fue claro: ya no basta con sobrevivir en un sistema roto, hay que reconstruirlo.
Pero fue Nepal el país donde la indignación de la Generación Z alcanzó un punto de quiebre histórico. En septiembre de 2025, miles de jóvenes salieron a las calles luego de que el gobierno bloqueara redes sociales como Facebook, WhatsApp y YouTube, en un intento de silenciar las críticas. Lo que comenzó como una protesta digital se convirtió en una revuelta nacional. Las fuerzas de seguridad reprimieron con violencia: hubo al menos 19 muertos y cientos de heridos.
Ante la presión social, el primer ministro K. P. Sharma Oli renunció y el Parlamento fue disuelto. En su lugar asumió la exjueza Sushila Karki, quien prometió un gobierno transitorio y reformas urgentes. Los jóvenes nepaleses exigen un sistema político limpio, empleo digno y un compromiso real con el futuro ambiental y social del país. Lo que empezó como un reclamo generacional terminó derribando a un gobierno entero.
México: la inconformidad silenciosa
En México, el malestar de los jóvenes adopta formas distintas, pero igual de reveladoras. La falta de oportunidades laborales, la precarización educativa y la violencia cotidiana han moldeado una generación que combina la frustración con la creatividad. Jóvenes comunicadores, artistas y activistas utilizan las redes no solo para expresarse, sino para organizarse, documentar abusos, y generar nuevos espacios de participación cultural y política.
A diferencia de generaciones anteriores, la Gen Z mexicana no confía ciegamente en las instituciones: las observa, las critica y las expone. Sus causas van desde el cambio climático hasta los derechos humanos, y su identidad política se construye más en foros digitales que en partidos tradicionales.
Un cambio de paradigma
La Generación Z no pide permiso para existir: exige justicia, coherencia y transparencia. Su fuerza radica en la interconexión global, en la capacidad de transformar indignación en acción colectiva y en su insistencia en redefinir lo que significa tener poder.
