Actualmente, muy pocos cuernavacenses saben que en la primera mitad del siglo XX existió en el centro de la ciudad un jardín público al que se le puso el nombre de Emilio Carranza. Dicho jardín estaba ubicado al oriente del puente Porfirio Díaz, en la calzada de Leandro Valle. Se encontraba en la ladera de la barranca de Amanalco, por lo que debido a su inclinación contaba con varias terrazas con pasto, y estaba embellecido con árboles ornamentales como laureles de la India y frutales como plátanos y guayabos. Existía una escalera central para el acceso, además de andadores y una sencilla fuente de regular tamaño.

En realidad, este jardín fue parte de los jardines que se le añadieron al puente Porfirio Díaz, construido en 1899, en uno de los lugares más estrechos de la barranca de Amanalco, con la finalidad de crear una calzada que comunicara más eficientemente al recién inaugurado ferrocarril de Cuernavaca con el centro de la ciudad, pues este camino no tendría las pendientes características de la ciudad, pues era de un solo nivel en todo su trayecto. Esta obra fue construida en tan solo 9 meses y fue promovida por Don Eugenio J. Cañas, empresario y político, así como director de rentas de la ciudad.

El puente fue inaugurado por el gobernador del estado Manuel Alarcón el 15 de septiembre de 1900, y posteriormente se construyeron los dos jardines adyacentes y se colocaron tres hermosas fuentes con surtidores fundidos en Nueva York que embellecieron aún más el lugar. Asimismo, en 1905 se construyó una casa para el cuidador y encargado de los jardines, conocida como “EL Castillito”. Esta se edificó con ladrillo rojo prensado de la fábrica de ladrillo de Cuernavaca y se encuentra bajando de la calle de Agustín Güemes Celis (antes calle de Alpuche).

Al término de la Revolución, los militares que llegaron al poder buscaron eliminar del mapa todo lo que llevara el nombre de Porfirio Díaz, por lo que el puente y los jardines de la calzada de Leandro Valle cambiaron de nombre, por el de Álvaro Obregón y Emilio Carranza respectivamente.

Pero ¿quién fue Emil|io Carranza? Fue un joven aviador mexicano, en una época en que los pilotos eran considerados héroes de la aviación cuando estos lograban importantes hazañas como: alcanzar mayores distancias, en menor tiempo, con mayor autonomía y con menor número de escalas, cruzar extensos océanos o peligrosas cordilleras montañosas, además de sortear difíciles condiciones meteorológicas.

Emilio Carranza fue considerado “héroe nacional e internacional”. Fue originario de Ramos Arizpe, Coahuila, en donde nació el 9 de diciembre de 1905. Era sobrinonieto de Don Venustiano Carranza. Al iniciar la Revolución su padre Sebastián Carranza Cepeda (o Zepeda) decidió sacar del país a su familia, por lo que se fueron a radicar a San Antonio, Texas, en donde Emilio adquirió su pasión y vocación por la aviación. Al regresar a México en 1917 visitaba frecuentemente el campo de aviación de Balbuena y los Talleres Nacionales de Construcciones Aeronáuticas en la Ciudad de México. Posteriormente se inscribió en la Escuela Militar de Aviación, en donde se graduó en 1926 como teniente piloto aviador. Ese mismo año, en el mes de junio viajó a Chicago, Illinois, en donde adquirió un avión Lincoln Standard biplano para la aeroflota mexicana. Al traerlo a México sufrió un fuerte percance en donde también resultó lesionado su hermano Sebastián que venía como mecánico.

Posteriormente Emilio fue enviado a Sonora en donde apoyó por aire a las tropas que luchaban contra el levantamiento yaqui. En 1927 realizó un vuelo sin escalas desde la Ciudad de México hasta Ciudad Juárez, en un tiempo récord de diez horas y 48 minutos ininterrumpidos. Al año siguiente estableció un nuevo récord al realizar el vuelo en solitario de más de 3,000 kilómetros, sin escalas, de San Diego, California a la Ciudad de México. En el mes de junio de ese año realizó un vuelo de la Ciudad de México a Washington, D.C. en reciprocidad por el vuelo de buena voluntad que había realizado el afamado piloto norteamericano Charles Lindbergh a México, en diciembre del veintisiete. Emilio Carranza fue recibido por el presidente Calvin Coolidge. Posteriormente voló a Nueva York en donde fue recibido como héroe y le entregaron las llaves de la ciudad. Estando en esa ciudad, Lindbergh le advirtió que no debería regresara a México, ya que existían malas condiciones meteorológicas. Sin embargo, fue presionado por el general Joaquín Amaro para que regresara lo más pronto posible a México, y de no hacerlo sería procesado por la justicia militar. Emilio Carranza inmediatamente emprendió el vuelo de regreso ese mismo día 12 de julio, en su avión Ryan Brougham, al que bautizó como “El México Excélsior”. Poco después del despegue, al volar sobre Nueva Jersey, Carranza se enfrentó a una fuerte tormenta que provocó que su avión se estrellara, en donde falleció por el impacto. Tenía tan solo veintitrés años de edad.

Debido a esta tragedia de en donde perdimos a una de las glorias de la aeronáutica mexicana, las autoridades del Estado de Morelos, tanto estatales como municipales decidieron homenajearlo, nombrando a la sección oriente puente Porfirio Díaz con su nombre. Desgraciadamente, cinco días después, el 17 de julio, fue asesinado el general Álvaro Obregón en el restaurante “La Bombilla” de San Ángel, por lo que el jardín poniente y el puente fueron rebautizados con su nombre.

En 1953, el H. Ayuntamiento de Cuernavaca decidió construir un kiosco de flores y un mercado auxiliar al poniente del puente de la Carolina, por lo que el municipio les permutó a los señores Daniel Márquez y Honorato Medina los terrenos de su propiedad que serían afectados con la construcción del nuevo mercado, compensándolos con los terrenos que ocupaba el jardín Emilio Carranza. Esta permuta fue realizada mediante el Decreto Número 96, publicado en el Periódico Oficial No. 1548, de fecha 15 de abril de 1953. Con la expedición de este decreto la ciudad perdió ese jardín público y los nuevos dueños levantaron bardas y poco después construyeron nuevas residencias en ese lugar.

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