Cuernavaca adquiere oficialmente el título de Villa en julio de 1529, cuando Carlos V le otorga a Hernán Cortés el título de Marqués del Valle, así como la propiedad de nueve territorios separados que conformarían el Marquesado del Valle, documento donde se mencionan las principales 22 Villas, incluida Cuernavaca, lugar que el marqués prefirió y donde establecería la Alcaldía Mayor, desde donde gobernaba todos sus territorios y administraba sus empresas agrícolas, industriales y ganaderas. 

En la época prehispánica, el agua que surtía la población llegaba desde los manantiales del Tepeite -al norte de Rancho Cortés- y del de Tlaltenango.

Desde los inicios de la época colonial las calles se conocían por los nombres de los barrios, iglesias, caminos, negocios, familias, edificios o lugares destacados y otros sitios que en ellas se encontraban. Muchas como la calle Matamoros, tiene su origen en veredas prehispánicas, y a pesar de que se han ido alineando, conservan todavía su trazado indígena. Posteriormente, al desarrollarse la villa y donde lo permitió el accidentado terreno debido a las barrancas y lomas, se adaptó el sistema europeo del orden geométrico reticular, construyendo calles transversales de oriente a poniente formando manzanas al estilo de la entonces nueva cuadrícula española.

En la época colonial -como en Europa Medieval- las calles se conocían con nombres de santos o de algo que las distinguía como el oficio de un personaje, o de quien en ella vivía, el nombre del barrio, de algún negocio, animales o de algo que la destacara. 

Así las calles de Matamoros y Galeana llevaron el nombre de Acapulco por ser el antiguo camino a ese puerto.

Paseo de la Cruz por encontrarse ahí una Cruz después Plaza de Santa Catalina por estar enfrente la capilla de ese nombre -que estaba al lado derecho del hoy Edificio Bellavista- durante el Segundo Imperio se llamó Paseo de Maximiliano, luego, genéricamente El Zócalo -como se le conocía a la plaza mayor de la Ciudad de México-. Al triunfo de la República se conoció como paseo Benito Juárez, y a partir de 1890 cuando se instala el quiosco traído por orden del gobernador Jesús H. Preciado se conoció popularmente como Paseo del Quiosco, mismo que no es obra de Gustavo Eiffel como se ha dicho últimamente.

El Chapitel del Calvario, ordenado por el alcalde de Cuernavaca Juan de Carasa -nombrado por el conquistador- construido en 1547, donde antes estaba el llamado Humilladero con una cruz, lugar en las afueras de la población, donde los viajeros se detenían a encomendar su camino. 

Consumada la Independencia se mandaron borrar por decreto todos los escudos españoles de los edificios públicos y privados de todo México, en este chapitel había uno en cada esquina, quedando uno íntegro, el de Castilla y León, la tierra de Hernán Cortés, todavía se pueden apreciar las piedras monolíticas al oriente y al poniente que contenían esos escudos. Se dice que, ahí en la urna que estaba en la base de la bóveda, estuvieron los restos de Martín Cortés, el hijo que Cortés tuvo con la Malinche, nacido en su casa de Coyoacán en 1522. La otra urna que se aprecia en la cúspide estaba destinada para los restos de Cortés, sin embargo, en su testamento dispuso otra cosa. 

Tratando de que se olvidara la época colonial fueron retirados tanto la urna con los restos de Martín, como los escudos españoles, así como la placa labrada en piedra con el nombre de “Plaza de Cortés” fue también cincelada, pero queda todavía el ovalo que contenía ese nombre en la columna izquierda del frente.

Los colonizadores respetaron las veredas indígenas originales, orientadas de norte a sur entre las barrancas de Amanalco y Analco, y por esa razón las calles del Centro Histórico no son rectas, como esa de Matamoros que entronca en el Calvario con la antigua calle Nacional -actual Avenida Morelos-. A lo largo de las calles se fueron construyendo casas al frente de los terrenos, sus huertas quedaron en la parte de atrás, los apantles- acequias- corrían por las ahora banquetas con agua cristalina tanto para consumo humano como para regar. Ya en la época colonial se sumaron canales con agua de los Manantiales de Gualupita en “La Selva”, para lo cual el conquistador mandó construir un rustico puente-acueducto asentado sobre las paredes acantiladas de la barranca de Amanalco, ubicado unos metros al norte del que después mandó construir José de la Borda donde termina la calle de Guerrero, de esos canales y acueductos hay todavía vestigios. 

Los nombres de las calles, plazas, plazuelas, callejones, calzadas y puentes de Cuernavaca fueron cambiados en 1881 por decreto del Gobierno del Estado, basado en el proyecto de Cecilio A. Robelo, publicado el 13 de mayo de ese año en el periódico Correo de Morelos editado por el empresario Eugenio J. Cañas. Lo anterior con el objeto de dar a conocer a la población los nombres de los héroes de la Independencia, y personajes destacados y así también contar con una nomenclatura que sustituyera a la ya obsoleta que carecía de sentido que incluso cambiaba de nombre de cuadra en cuadra. 

Después de la Revolución, la ciudad se extendió, y las principales calles fuera del Centro Histórico, recibieron el nombre de los personajes más destacados en ese periodo. 

¡Hasta la próxima!

Historias Cuernavaca

Calle Matamoros, al centro el cuartel que fue demolido, después mercado, y finalmente Congreso. Más arriba el mirador del Hotel Moctezuma y al fondo el Chapitel del Calvario


Chapitel Calvario

El Chapitel en la antigua “Plaza de Cortés”, con la vía del tren de mulitas.

 

Por: Carlos Lavín Figueroa / carlos_lavin_mx@yahoo.com.mx

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