La promesa de la democracia como el mejor sistema político ha dejado insatisfecho a sirios y troyanos. La expectativa que se creó cuando llegó al poder en el año 2000 un partido que parecía poner fin a un modelo político que se instaló por 7 décadas.

El último lustro del siglo XX, Morelos vivió un cambio en el modo de hacer política. La democracia irrumpió y trastocó los pilares en que se sostenía el poder político. La incipiente democracia entre titubeos, avances y yerros dibujaba un horizonte promisorio. Pero, como en otros lugares, defraudó a las mayorías y apenas a los nuevos gobernantes les alcanzó para refrendar el triunfo. La democracia se hizo presente. La gente aprendió que su voto sí contaba y volvió a ejercer su voluntad y votó por otro partido, una y otra vez. Los partidos no lograron refrendar su proyecto y la gente volvió a ejercer su voluntad. O sea, lenta pero inexorable, un modo de hacer política había acabado e iniciaba una nueva época.

La democracia se ha transformado al paso del tiempo en todos los países. México y Morelos en lo particular no se escapan. A veces para bien, otras para mal. Lo hemos observado en los países latinoamericanos. Políticos que llegaron al poder por la vía democrática y luego se convirtieron en dictadores. La historia de la democracia no es lineal.

Norberto Bobbio, filósofo y politólogo italiano observaba que se trata de dificultades del proceso de democratización, tensiones internas, contradicciones o “paradojas” de la democracia. De ahí surgen las “promesas incumplidas” de la democracia. Además agrega que la desilusión del ciudadano no educado, que por diversas razones no está en condición de ejercer efectivamente sus derechos políticos, tiende a alejarse de la vida democrática o a participar en ella de manera intermitente e ineficaz y poco más que simbólica. Bobbio simplifica en dos tipos de ciudadanos: los educados y los no educados, los ciudadanos súbditos.

Hoy predomina, según Bobbio, la cultura de los súbditos. Considera que en el mundo contemporáneo, el ciudadano tiende a adoptar cada vez más la cultura del súbdito. Y no sólo eso, la participación ciudadana se encuentra sometida a un proceso de manipulación que tiene como efecto que dicha participación sea distorsionada. Nos consta, y lo comprobamos en la actual contienda electoral, en donde los actores principales y sus partidos, hacen enormes esfuerzos para manipular la información e intentar orientar el voto por la influencia y control que ejercen sobre ellos los medios de comunicación. Hoy, las redes jugando un papel definitorio.

Desde la perspectiva Bobbiana, podemos observar los intentos que desde diferentes instancias del poder se realizan para hacer que los ciudadanos sean “súbditos”. Sin embargo pareciera que en Morelos las cosas no funcionan de acuerdo a la lógica del sometimiento. No obstante la enorme cantidad de recursos que se han aplicado para “convencer” al votante de las bondades de su propuesta, el voto morelense ha optado por otras alternativas. No la de los que ostentan el poder.

La democracia tampoco ha llenado las expectativas de los ciudadanos de Morelos. La democracia sí ha permeado la lucha política entre los partidos. Se muestra en que los últimos sexenios han gobernado 4 partidos diferentes. Sin embargo, la democracia no ha logrado penetrar en la sociedad ni en los partidos. El mosaico municipal de Morelos, prueba lo lejanos que están las cúpulas partidistas de entender el mandato de ciudadano.

Es por demás significativo que ningún partido pueda tener mayoría en el congreso y que han estado obligados a hacer alianzas. Coaliciones que nos parecen extrañas por ser partidos con objetivos tan diferentes o haber sido adversarios con propuestas tan distintas como la intentar instalar un sistema socialista y el otro pugnar por un liberalismo. Hoy nuestra incipiente democracia está siendo amenazada y la promesa sigue incumplida.

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