En fechas recientes se han registrado nuevos aumentos al precio del pan y de la tortilla, lo cual tiene un efecto devastador en la economía popular. De acuerdo a la información del INEGI, la inflación en el mes de julio registró un aumento de 8.1 por ciento con respecto al mismo mes del año anterior, mientras que el componente de inflación de productos agropecuarios tuvo un incremento de 16 por ciento en el mismo periodo. La inflación de los bienes agropecuarios está muy cerca de alcanzar el mayor nivel registrado en los últimos diez años, que fue de 17.3 por ciento en abril de 2013. Con este nivel de inflación de bienes agropecuarios, México se ubica ligeramente por encima de la inflación promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.

Son varios los factores que explican el incremento en el precio de los alimentos. El primero de ellos, es el desbalance entre oferta y demanda en los mercados mundiales provocado por la pandemia. Los canales de suministro se interrumpieron y encarecieron los servicios logísticos a nivel internacional. De acuerdo con información de la Food and Agriculture Organization (FAO), el índice de precios de los comestibles, y en particular de los cereales, se ha incrementado consistentemente desde 2020. En el caso de los comestibles, el índice de precios se ha incrementado 44 por ciento entre 2020 y julio de 2022, y en los cereales 43 por ciento.

Por otro lado, tenemos el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, que impactó el precio de los energéticos y de los alimentos por el bloqueo económico impuesto por los países de la OTAN a Rusia. Como he comentado en anteriores colaboraciones, México ha sido exitoso en el control de precios de los energéticos, pero en el caso de los alimentos existen mayores retos. Primero que nada, Rusia es el principal exportador de fertilizantes del mundo, por lo que el bloqueo comercial impuesto a Rusia ha encarecido los fertilizantes. Segundo, Rusia y Ucrania conjuntamente producen el 28 por ciento de las exportaciones mundiales de trigo y el 18 por ciento de las exportaciones mundiales de maíz. Es decir, como consecuencia del conflicto bélico, casi una cuarta parte del comercio internacional de trigo y maíz se ha visto interrumpido.

México ha resentido con mayor intensidad el incremento en el precio del pan y la tortilla por nuestra alta dependencia del exterior en cereales, importamos el 73 por ciento del trigo y el 37 por ciento del maíz que consumimos. Por las razones expuestas, el Paquete contra la Inflación y la Carestía presentado el pasado 4 de mayo por el presidente Obrador no ha logrado contener el incremento de precios en el pan y la tortilla. Recordemos que el paquete consta de cuatro estrategias: i) precio de energéticos; ii) costos de logística; iii) aranceles; y iv) reserva estratégica de maíz y precios de garantía. En el escenario geopolítico que prevalece en el mundo, estas estrategias son inefectivas. Desafortunadamente, lejos de que las condiciones internacionales mejoren, aparecen nuevos conflictos en Medio Oriente, y entre Estados Unidos y China. Si los precios internacionales del trigo y el maíz siguen subiendo, atestiguaremos el regreso de los subsidios directos al precio del pan y la tortilla, o incluso, los controles de precios. De lo contario, el presidente Obrador ya no podrá seguir presumiendo sus altos niveles de aprobación.

Por: Cristian Campos Contreras / ccamposcontreras@yahoo.com.mx


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