El pasado jueves 29 de agosto el Consejo de Cronistas del Municipio de Cuernavaca, con el apoyo del Antropólogo Víctor Hugo Valencia Varela, delegado del INAH en Morelos y del C. presidente municipal de la ciudad, José Luis Urióstegui tuvimos un conversatorio sobre el “El Oficio del Cronista” en donde tuvimos como invitados al Dr. Jesús Bonilla Palmeros, cronista de Coatepec, Veracruz y al Arq. Sergio Vergara de la Luz Berdejo, cronista de Puebla.  En mi participación hablé sobre este apasionante oficio, así que quiero compartirles lo siguiente:

Las mujeres y hombres olvidamos las cosas, mucha información se pierde a lo largo del tiempo. Creo fervientemente que los cronistas somos la memoria de los pueblos, buscamos no olvidar. Queremos recordar hechos que dejaron honda huella en nuestras ciudades, personajes, lugares, costumbres, tradiciones perdidas e historias orales para entender cómo es que se forjaron nuestros pueblos, entender el por qué somos así. 

Amamos el lugar en donde nacimos, o en donde vivimos. Valoramos sus sitios históricos, sus restaurantes y cantinas, sus mercados y su comida, sus vecindades, antiguas casonas y sus viejos edificios, sus iglesias y templos, sus jardines, parques y parajes, sus museos y centros educativos, etc. 

Hurgamos en archivos municipales y particulares, en viejos papeles, en recortes de periódicos y antiguas revistas, en periódicos oficiales, en vetustas fotografías para buscar información que nos dé un hilo conductor para entender el pasado y el presente, para tener un mejor futuro.

El cronista busca información de viejos oficios, quiénes y cómo los realizaron. Queremos recordar los gritos de vendedores ambulantes locales que anunciaban sus mercancías de manera chusca o con picardía, como aquel vendedor de naranjas que al ver los encantos de una bella mujer, levantaba con sus dos manos su producto para decir: “Hay naranjas….véalas que buenas…las naranjas”.  

Los cronistas recogemos testimonios, tradiciones y viejas costumbres, leyendas, añejos cuentos, historias de borrachitos o anécdotas de una tarde de bohemia, situaciones embarazosas o trágicas.  Pero también, recogemos las trágicas pérdidas o cambios de nuestro campo, de hermosos parajes, de lugares memorables o de fauna extinta.

Mi padre Valentín López González, cronista vitalicio de la ciudad por 30 años, de 1976 hasta su muerte en 2006, dice en su libro “Cuernavaca Visión retrospectiva de una ciudad” que:

“Toda ciudad tiene una vida íntima, particular, que refleja la manera de ser de sus habitantes, El Diario Acontecer, con sus minucias, sus alegrías, sus pequeñas o grandes tragedias, forman la vida cotidiana de un conglomerado social. En ella intervienen todos, los grandes y los pequeños, los que gozan de renombre por su sabiduría o su fuerza económica, o por sus hechos, unas veces dramáticos, otras regocijados o ridículos”.

La identidad es el adhesivo que une a las personas en torno de un lugar y el cronista contribuye en la generación de ese adhesivo. 

El cronista, obligadamente tiene que difundir la cultura de su ciudad, mediante publicaciones en medios, conferencias, mesas redondas, pláticas en cafés, charlas en escuelas, conferencias en universidades, congresos, entre otros. Asimismo, debe ser un promotor y un persistente gestor de acciones culturales en beneficio de la comunidad.

El cronista de Sabinas Hidalgo, Nuevo León, Celso Garza Guajardo, señalaba con mucho tino que:

“El cronista no equivale a tener un título nobiliario, o andar presumiendo ante parientes y amistades, significa prepararse continuamente, leer las obras clásicas de la historia estatal, estar al tanto de los acontecimientos trascendentes, que ocurran en el municipio, además el cronista tiene la obligación de escribir, de relatar en la prensa diaria o semanal, en folletos y revistas, las impresiones recibidas”.

Para mí, algo fundamental es que el cronista no debe de mentir o especular, debe apegarse a la verdad. Tiene que estudiar concienzudamente las cosas antes de darlas a conocer, sin presiones ni prejuicios.

Finalmente quiero decir que este oficio es el resultado de la amalgama de muchos factores, como las vivencias, experiencias y conocimientos, la observación de lo cotidiano y del análisis del proceso histórico de la ciudad. Y como decía mi padre debería haber varios cronistas en cada ciudad, en cada pueblo, en cada colonia y en cada barrio, uno no es suficiente, no se puede cubrir todo. 

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