En numerosas ocasiones se han mencionado en este espacio los predios de lo que fueron el Cinema Cuernavaca, en la calle Ávila Camacho, y el cine Las Palmas, cerca de la glorieta de la avenida Morelos sur; el ex hotel Xochiquétzal, en el boulevard Juárez, y la quinta que se localiza en la calle Rufino Tamayo. Valiosos por su ubicación y dimensiones, como estos predios hay muchos más en Cuernavaca, abandonados hace años, ideales para levantar instalaciones que no hay en la capital morelense, como un gimnasio de basquetbol y voleibol, arena de box y lucha libre, un conjunto de establecimientos deportivos, etc.
El tema lo trae a cuento la Ley de Expropiaciones y Limitaciones al Derecho de Propiedad de Campeche, aprobada el jueves anterior por el Congreso campechano e impulsada por la gobernadora Layda Sansores. El nuevo ordenamiento está alineado con criterios federales que responden a carencias de vivienda social y crecimiento urbano. Da al gobierno de Campeche atribuciones mayores para declarar predios como de utilidad pública y expropiarlos en un plazo rápido, en el que quienes resulten afectados únicamente dispondrán de cinco días hábiles para responder a la notificación inicial de expropiación. En caso de no responder perderán la posesión legal de sus terrenos. Por supuesto, la llamada “Ley Alito” ha generado inquietudes en sectores políticos y sociales, pues excluye recursos administrativos y la única vía de defensa legal es el juicio de amparo. Las indemnizaciones por expropiaciones campechanas podrán ser pagadas en abonos durante un período de hasta diez años, en contraste con el plazo máximo de 45 días que establece la ley federal. Otros datos: los avalúos serán basados en la última transacción del bien inmueble, sin considerar plusvalía, las personas que resulten afectadas dispondrán únicamente de cinco días hábiles para responder a la notificación inicial de la expropiación, y quienes no lo hagan pueden perder la posesión legal del pedio. La iniciativa de ley de la gobernadora Sansores provocó una oleada de críticas entre legisladores de la oposición, incluido el dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno...
En Cuernavaca, el ex hotel Xochiquétzal se encuentra abandonado hace varias décadas, ruinoso, cayéndose a pedazos. Mide más o menos una hectárea que va de la calle Leyva al boulevard Juárez, y bordea la cuesta de Abasolo sin que desde afuera se alcance a ver la alberca. Tampoco es visible el jardín, invadida de yerba seca la colina que desciende desde el área de las habitaciones hasta el portón del boulevard Juárez. Por el lado de Leyva el muro de adobe descarapelado insinúa restos de una vieja construcción de adobe que de milagro no se ha derrumbado... Justo donde termina la avenida Humboldt y arranca la calle Rufino Tamayo hacia Acapantzingo, hace cuarenta años hubo una discoteca llamada “Sandi”. Ya he contado su historia: Su inauguración por parte de la actriz rubia Claudia Islas fue un acontecimiento para el jet set de Cuernavaca. Años después, de aquella casona construida en dos niveles se decía que era propiedad de una anciana que fallecería intestada. Fue habitada durante unos meses por una amiga de la viejecita y su esposo, con quien un mal día ella discutió y le metió un tiro, matándolo. Cayó entonces sobre la quinta de muros altos una suerte de leyenda de terror. Estuvo abandonada hasta 1994, cuando el Gobierno Estatal la rescató. Desde la calle se aprecia deshabitada, pero valiosa por las dimensiones del terreno y su ubicación…
Predios abandonados hay en Cuernavaca, susceptibles de ser convertidos en instalaciones para el deporte y otras actividades sociales que no existen en Cuernavaca. Los cuernavacenses estamos como el burrito del cuento del aguador: con sed y con el agua a cuestas… (Me leen mañana).
