Aparte de ser un mal Congreso por la falta de capacidad de la mayoría de los diputados, la división por el poder de los legisladores -y sobre todo por cobrar más- los tiene divididos. Porque sepa usted que, aparte de que cobran su sueldo, por cada una de las comisiones a las que pertenecen reciben un poco más de recursos y tienen más personal; por eso se pelean por las comisiones, no porque quieran trabajar más. Es por eso que existen los pleitos internos.

Mire usted, sabemos que existe desde luego una serie de diferencias políticas y personales de cada uno de los diputados, lo grave es que éstos repercuten al interior del Congreso del Estado, lo que ha causado una “lluvia de amparos” promovidos por los propios legisladores que integran el llamado G-6, a fin de no ser removidos de las comisiones a las fueron designados cuando se instaló la LIII Legislatura en septiembre del año pasado.

Imagínese, no llevan ni la mitad de su mandato y tienen que recurrir a la justicia para ponerse de acuerdo, cuando la política es tener la capacidad y la inteligencia de llegar a acuerdos.

Cheque usted este dato que dan los medios de comunicación, y que en verdad preocupa: desde el pasado mes de enero, el presidente de la Mesa Directiva del Congreso local, Alfonso de Jesús Sotelo Martínez, y la diputada priista Rosalina Mazari Espín como presidenta de la Comisión de Hacienda, Presupuesto y Cuenta Pública, fueron los primeros en promover juicios de amparo ante la justicia federal para evitar que un grupo de 15 legisladores los removieran de dichas representaciones.

Tras la aprobación del Presupuesto 2019, en el mes de febrero, el Poder Legislativo se volvió a fracturar, pero esta vez en un grupo mayoritario de 14 legisladores contra seis. Se podría pensar que los pleitos internos son ideológicos, pero no; los pleitos son por posiciones políticas que al final se resumen en obtener cada uno mayores recursos económicos.

Ya hemos visto en la prensa cómo se atienden los legisladores, comiendo lo que nunca antes habían comido, con jamón serrano, salmón y champaña, la que desde luego ni les gusta ni saben tomarla y al día siguiente casi se mueren de indigestión porque no están acostumbrados a eso -con la “mala suerte” de que ni eso les pasa-, pero los abusos en los gastos ha hecho que tengamos el Congreso más caro por diputado del país.

O sea que un diputado de Morelos es el que gasta más que cualquier otro diputado local del país. Y si hablamos de capacidad y preparación, en lugar del primer lugar ocupamos el 28 de nuestra nación; y todo porque lo que debería ser la casa del pueblo se ha convertido en un modus vivendi, en el que es más importante el ingreso económico personal que el servicio a la comunidad, de la que ni se acuerdan.

Desde luego que hay sus excepciones, hay gente decente como en todos lados, pero hay quienes son la clara imagen de la corrupción y la impunidad. Como ya se los había comentado, la semana pasada todos vimos en los medios que acabarían con las “comisiones doradas” que el grupo de legisladores de Graco aprobaron violando la ley.

Pues la semana pasada, en un restaurante de carnes de la avenida Teopanzolco, estuvieron comiendo algunos legisladores con los miembros de la legislatura anterior beneficiados por las “pensiones doradas”, bebiendo de gorra y acordando todo lo contrario a lo que marca la ley, a favor de sus bolsillos y en contra de los morelenses.

El problema con los diputados no es que se defiendan con los juicios de amparo, el problema es que no se pongan de acuerdo y necesiten de la justicia federal para llevar a cabo sus labores; sobre todo que son los que a los mexicanos nos cuestan mucho más que en otros estados, cuando su obligación es negociar y no vivir peleando por recursos y posiciones, lo que sólo les trae beneficios personales.

La solicitud de amparos ha sido una vía recurrente de los diputados para mantenerse en las comisiones legislativas que integraban desde septiembre, aunque sin dar ningún resultado.

El problema es que están luchando entre ellos, en lugar de hacer lo que es su función primigenia, que es legislar. Son ignorantes y tienen pésimos asesores que ganan bastante bien, pero los acuerdos y las acusaciones que han hecho a los ex legisladores han estado mal fundadas y las ha rechazo la autoridad judicial.

Necesitamos que el Congreso, que ya de por sí es muy caro, cuando menos haga las cosas bien. Pero, al parecer, hay muchos que no merecen estar ahí y que sólo ven por sus intereses particulares. Hay que desenmascararlos, para beneficio de los morelenses. ¿No cree usted?

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