El pasado 27 de junio de 2025, el Senado de la República aprobó — con 69 votos a favor, 28 en contra y 5 abstenciones— la reforma que convierte la CURP biométrica en el documento nacional de identidad obligatorio para todos los mexicanos. Esta reforma incluye la incorporación de fotografía, huellas dactilares, escaneo de iris y la firma digital en la Clave Única de Registro de Población, tanto en formato físico como digital.
La CURP pasa a ser la fuente única de identidad, exigida en cualquier trámite —público o privado— lo que podría facilitar la trámites y servir como llave digital; pinta bien, salvo que ahora el gobierno sabrá perfectamente en qué gastas tus recursos.
También proponen en esta nueva refeorma que la nueva CURP estará conectada a la Plataforma Única de Identidad, el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y el Banco Nacional de Datos Forenses. Se activarán alertas inmediatas si una persona desaparecida usa su CURP.
Se habla que esta reforma también ayuda al fortalecimiento institucional, reforzando las fiscalías, creando una Base Nacional de Carpetas de Investigación, agilizando el cotejo de datos forenses, con tiempos límite definidos.
Por lo que habrá ventajas en materia de seguridad y modernización ya que al menos tendremos una identificación más segura, ya que la integración de datos biométricos combaten el fraude, la suplantación y el robo de identidad. Al igual que de cierta forma facilitará los diversos trámites en materia de salud, bancarios, educativos y seguridad social, obligando a todas las autoridades a conectarse y a compartir datos, lo que fortalece la coordinación y disminuyen las barreras burocráticas.
Pero, tambien esta reforma trae consigo diversos riesgos que, como ciudadanos debemos de tener en cuenta, por ejemplo: existe el riego de que este tipo de nuevo sistema pueda convertirse en la infraestructura perfecta de espionaje estatal, recuerden que la ignorancia trae felicidad, pero la información trae poder, y esta información que se va a encontrar ahora centralizada en un solo lugar, le dará grandes probabilidades de mantener el poder a quien tenga acceso a esta información sin necesidad de un ordenamiento judicial, lo que también trae consigo un ataque directo a nuestros derechos humanos, ya que esta nueva ley permite que el Ejército, GN, inteligencia y Fiscalias puedan consultar datos biométricos sin orden judicial, lo que se acerca a un modelo de vigilancia sin garantías ni controles. Sumándole que la centralización de información sensible –foto, iris, huellas– aumenta la vulnerabilidad ante ciberataques. El gobierno debe recordar que vivimos en México y que el hackeo de bases institucionales es un riesgo real.
La reforma presenta una oportunidad de modernización: una identidad más segura, trámites simplificados y herramientas comunitarias para localizar a desaparecidos. Sin embargo, la ausencia de controles claros, la vigilancia encubierta y la centralización sin transparencia generan inquietud.
El rol crucial de la sociedad para que esta transformación sea ética, eficaz y segura, la ciudadanía debe participar, cómo: exigir transparencia sobre los protocolos de acceso a datos biométricos, saber quién accede, cuándo, porqué y bajo qué restricciones. Así como presionar para que los reglamentos especifiquen límites, procesos de autorización judicial, custodia de datos y sanciones por uso indebido; Garantizar que la plataforma contemple mecanismos para garantizar los derechos de grupos vulnerables y prevenir exclusión o discriminación; crear instancias de supervisión independiente (académicas, ONG, universidades), que reporten abusos, brechas y filtraciones; así como fomentar una campaña informativa masiva para que todos sepan qué es la CURP biométrica, para qué sirve, y cómo pueden proteger sus derechos.
La CURP biométrica puede ser un avance histórico... si se construye con nosotros, para nosotros, y no en nuestra contra. ¿No cree usted?
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