México lleva más de 40 años sufriendo con sus gobernantes quienes a fuerzas nos quieren volver miserables en cuanto a alimentación, medicamentos, aprendizaje escolar, vivienda, cultura y casi todo lo han logrado a base de sacrificar al pueblo. Ahora están acordando, entre el gobierno mexicano y Estados Unidos, firmar a la carrera un tratado que a todas luces va en contra de los intereses de México.

Andrés Manuel López Obrador va a tener que revisar esos tratados antes de se presenten en la cámara de representantes en Estados Unidos y lo acepte el Congreso de la Unión, no vaya a ser que nos pase lo mismo con el TLC anterior que nos retrasó 30 años. 

El TLC. El acuerdo del Tratado de Libre Comercio, le dio un poco de tranquilidad al gobierno saliente y a los empresarios mexicanos, pensando que Canadá iba a firmar uno trilateral con Estados Unidos, pero el presidente Trump insistió en que los acuerdos fueran bilaterales, es decir uno entre EEUU y Canadá y el otro entre EEUU y México, para poder sacar más provecho de nuestro País, aunque Canadá no firme ningún tratado. 

Ahora está en manos del Senado de la República el leer con detenimiento las cláusulas y con mucho cuidado estudiar las letras chiquitas, donde de entrada habla de inversiones, de relaciones comerciales, datos en contra de los intereses mexicanos como las de Derechos de Propiedad Intelectual, (tecnología que vence a los 10 años, medicamentos de patente que NO podrán producirse en genéricos hasta dentro de 30 o 50 años) y otras muchos artículos que tendremos que comprar a precio alzado, cuando en Estados Unidos, el 70 por ciento de los medicamentos son genéricos.

Otro de los asuntos que se tocan es que el comercio está por encima de cualquier costumbre o identidad cultural, como el poder adquirir propiedades en lugares exclusivas para el resguardo de nuestros vestigios históricos como son los centros comerciales pegados a algún conjunto piramidal, como lo hicieron con una tienda a un lado de Teotihuacán. O pisotear los usos y costumbres de la población, como lo están haciendo con el nuevo aeropuerto o permitir que las compañías mineras hagan suyas las tierras al costado de otros centros como Xochicalco. También están contemplados los métodos educativos, así como las culturas de las diversas etnias. Poniendo por delante al mercado y a la inversión extranjera.

Por ejemplo, el problema del aeropuerto (NACIM) en que se están gastando millones de pesos en publicidad para tratar de convencer a los mexicanos de que es la mejor solución para el País, antes de tener los resultados de los estudios por parte de los expertos en el tema que el presidente electo Andrés Manuel López Obrador le pidió a la ciudadanía, nos están llenando la cabeza de desinformación, como la televisión y otros medios, sin mencionar que ese enorme gasto se está haciendo con el dinero del pueblo, que está perjudicando a los pueblos que rodean el Lago de Texcoco, que le están quitando el agua a la Ciudad de México y que existe la certeza de que se va a hundir al poco tiempo de estar funcionando.

¿Para qué se quiere a ese monumental aeropuerto si a México no le mandan turismo norteamericano? Desde hace más de 40 años que no nos visitan los turistas por el boicot que tiene el gobierno vecino contra nuestro País desde tiempos de Echeverría, López Portillo, De la Madrid, Salinas de Gortari, Zedillo, Fox, Calderón y ahora Enrique Peña Nieto. Y que no digan que es por la inseguridad, ya que si la hay es por la venta de armas a México, el mercado de las drogas, la ignorancia educativa y la destrucción del campo que nos impusieron con el Tratado de Libre Comercio de Salinas en 1993.

La prueba de que el estadunidense desde entonces ha estado dejando de venir, es la ausencia de turismo en la capital y en todos los Estados del País, la caída de la venta de la artesanía mexicana, los pocos hoteles y restaurantes que han sobrevivido tienen clientela nacional y uno que otro europeo, quienes van a Ixtapa Zihuatanejo, a Nueva Vallarta, a Punta Diamante, lejos del Puerto de Acapulco.

O sea que el aeropuerto tiene otra razón de ser, pues para los 340 aviones que tiene México en su flota comercial es suficiente con el aeropuerto Benito Juárez y el de Toluca, Cuernavaca y otros chicos que fácilmente se pueden adaptar. Pero afectar a tantos pueblos de los alrededores, a la Ciudad de México por sus cuencas acuíferas, el que el gobierno de México se gaste una millonada en esa obra, mientras la gente no tiene que comer, estudiar, habitar o alcanzar lo mínimo para sobrevivir, porque como dice el INEGI, “en el País hay 53 millones de pobres”, por tanto ese dinero que se gastaría el segundo o tercer aeropuerto más grande del mundo, lo menos que se puede decir es que está siendo una completa locura.

Por otro lado, faltan a la verdad los que dicen que el gobierno mexicano tiene que pagar miles de millones de multa a los que tienen los contratos, porque al gobierno, según la Constitución, no se le puede multar. Se regresará el dinero invertido, como lo hizo el Presidente Lázaro Cárdenas con la nacionalización del petróleo, pero nunca pagar multas. Y si la iniciativa privada quiere ese aeropuerto, pues que invierta su propio dinero y haga el gran negocio.

Total que esos dos acuerdos internacionales afectan profundamente a la industria, al campo y a la economía del pueblo de México. Sin embargo, la administración actual tiene mucha prisa en que ambos tratados se firmen de inmediato. Por fortuna el Congreso de la Unión ya cambió. El ciudadano espera que los miembros del actual sean más patriotas que los anteriores. 

  En cuanto al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, también amenaza a la industria textil, del acero y del calzado, del cual Estados Unidos en el último momento se retiró del tratado porque afectaba sus intereses y era el único equilibrio con el que México se podía defender. Ahora ese Acuerdo se llama CPTPP11, porque al retirarse los estadunidenses con quienes eran 12, cambió y ya solamente son 11.

Ahora nos están llenando la cabeza con la desinformación televisiva: que López Obrador no ha cumplido con lo de los 43. ¿Por qué no ha metido a la cárcel a los corruptos, él prometió acabar con la inseguridad y a cada rato hay más muertos? ¿Por qué no ha cambiado la reforma educativa? Todo lo que nos prometió en eso se quedó como dice televisa, la que nada más se enojó porque Andrés Manuel no les dará dinero para callarles la boca.

Y eso que aún no es presidente. Me imagino lo que dirán el 2 de diciembre.

Va de cuento
Rafael Benabib
rafaelbenabib@hotmail.com

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