En el corazón del Vaticano, 1978 quedó marcado como un año atípico, histórico y envuelto en misterio. Fue el año en que tres papas ocuparon el trono de San Pedro en apenas tres meses, y uno de ellos murió en circunstancias que aún hoy generan dudas y teorías.
El año de los tres papas
Todo comenzó el 6 de agosto de 1978 con la muerte de Pablo VI a los 80 años. Su pontificado había sido largo y complejo, marcado por las secuelas del Concilio Vaticano II. Al fallecer, se convocó al Cónclave para elegir a su sucesor, como dicta la tradición de la Iglesia Católica.
El elegido fue Albino Luciani, patriarca de Venecia, quien asumió el cargo bajo el nombre de Juan Pablo I, en honor a sus dos predecesores inmediatos, Juan XXIII y Pablo VI. Su estilo cercano, humilde y reformista lo convirtió rápidamente en una figura muy querida por el pueblo católico. Sin embargo, su pontificado sería uno de los más breves de la historia: apenas 33 días.
El 28 de septiembre, Juan Pablo I fue hallado sin vida en su habitación. La versión oficial señaló un infarto, pero las contradicciones en torno a su muerte alimentaron diversas teorías. Según el Vaticano, fue el médico quien lo encontró, pero Sor Margherita, una de las monjas a cargo de atender al Papa, declaró que ella fue la primera en ingresar a la habitación.
¿Un pontífice asesinado?
Aunque no se realizó una autopsia —por decisión del Vaticano—, diversas fuentes aseguran que Juan Pablo I gozaba de buena salud. Se sabe que se negó a recibir atención médica durante los primeros síntomas y que había mostrado incomodidad ante ciertas prácticas dentro del Vaticano. Estas actitudes lo convirtieron, según algunos, en un objetivo para aquellos que se oponían a un giro reformista.
Uno de los puntos más intrigantes del caso es su encuentro, el 5 de septiembre de ese mismo año, con Boris Rotov, delegado de la Iglesia Ortodoxa rusa, quien en realidad era un espía de la KGB. Sorprendentemente, Rotov también murió repentinamente dentro de la Santa Sede, presuntamente por un ataque cardíaco, sin antecedentes médicos previos.
Estos hechos abonaron a la teoría de que Juan Pablo I fue asesinado para impedir cambios internos y desmantelar estructuras de poder dentro del Vaticano.
Un nuevo rumbo con Juan Pablo II
Tras la conmoción, el Cónclave se reunió nuevamente y eligió a Karol Wojtyla, el primer papa no italiano en 450 años, quien adoptó el nombre de Juan Pablo II. Su pontificado duró más de dos décadas y marcó profundamente a la Iglesia y al mundo. También estuvo cerca de la muerte en 1981, cuando fue víctima de un atentado en la Plaza de San Pedro.
La historia de 1978 sigue siendo una de las más intrigantes en la historia contemporánea del Vaticano. Un año en que el poder espiritual y los secretos terrenales se entrelazaron, dejando más preguntas que respuestas.
