Cada 12 de julio celebramos el Día de la Abogada y el Abogado. Pero ojo, no es solo para que nos feliciten por WhatsApp o subamos una frase de Montesquieu o Benito Juárez a redes. Este día es, sobre todo, una oportunidad para reflexionar sobre lo que realmente representa ejercer el Derecho en un País donde muchas veces la justicia anda en proceso de notificación.

Ser abogado no es únicamente dominar los códigos ni hablar en latín. Es, ante todo, entender que nuestra labor tiene un profundo impacto social. Somos quienes defendemos derechos, damos voz a quien no la tiene, abrimos caminos en el laberinto legal y, muchas veces, somos la última esperanza de quien no tiene con qué pagar una injusticia. No es poca cosa.

En una sociedad desigual como la nuestra, el Derecho puede y debe ser una herramienta de transformación. El abogado o abogada comprometido no solo litiga en tribunales; también acompaña a comunidades, traduce la ley al lenguaje del pueblo, hace trabajo de base en colonias, pueblos y barrios donde la legalidad parece algo ajeno. Esa labor, muchas veces silenciosa y poco reconocida, es tan valiosa como la que se hace en los juzgados.

Y es que el Derecho no está hecho para adornar estanterías ni para que lo manipulen quienes tienen poder. Está hecho para servir, para equilibrar, para proteger. Pero lograr eso exige mucho más que conocimiento técnico: exige ética, valor civil y un profundo sentido de justicia. Porque no basta con aplicar la ley: hay que aplicarla bien, con sensibilidad, con humanidad.

Ser abogad@ implica una gran responsabilidad. En nuestras manos pueden estar la libertad de una persona, el patrimonio de una familia, la tranquilidad de una comunidad. Por eso no se vale actuar con ligereza ni con cinismo. No se vale traicionar la confianza que la sociedad deposita en quienes sabemos leer —y aplicar— la ley.

Ahora, tampoco hay que decir que todo es drama. Quienes ejercemos esta profesión sabemos que también hay satisfacciones enormes: cuando logras que una madre recupere la custodia de sus hijos, cuando ayudas a un trabajador a obtener justicia laboral, cuando redactas una iniciativa de ley que beneficia a miles. Esa es la recompensa que no viene en los billetes, pero sí en la conciencia.

Así que este 12 de julio, más que un brindis o un meme, que sea un recordatorio de lo que significa ser abogad@: un agente de cambio, un defensor de derechos, un operador de la justicia. Felicidades a quienes ejercen con rectitud, a quienes enseñan con pasión, a quienes acompañan a los más vulnerables y a quienes saben que ser abogado no es un privilegio, sino una vocación de servicio.

No está de más decir que esto es a título personal.

6x6: ¿A quién pertenece un personaje de lucha libre? ¿Al que lo ideó en una oficina al estilo de un creativo publicitario o a quien sudó la máscara durante años en arenas llenas de niños gritando y señoras lanzando mentadas?

Octagón ha sido ‘el amo de los ocho ángulos’ desde finales de los 80’s, pero el personaje fue registrado por Antonio Peña y luego absorbido por las múltiples transformaciones empresariales de AAA. Aunque el luchador es reconocido como creador ante Indautor, la marca está en manos de la empresa, lo que significa que no podría utilizarla comercialmente, según una reciente actualización en los registros del IMPI, donde la marca ‘Octagón’ figura como propiedad de AAA.

Y así, entre derechos de autor y marcas registradas, el verdadero misterio no es quién está bajo la máscara… sino a quién le pertenece, wey.

¡Saludos!

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