Tal vez, por ser hombre y simple y exclusivamente por pertenecer a dicho género, no tenga la autoridad moral para hablar sobre la violencia contra la mujer en México, pero no por eso deja de ser una triste realidad que persiste a pesar de los esfuerzos por erradicarla. Es una sombra oscura que se extiende por todo el País, cobrando vidas, destruyendo familias y dejando profundas heridas en la sociedad. Es una situación que clama a gritos por ser atendida con urgencia y determinación.

No podemos ignorar los alarmantes datos que evidencian la magnitud del problema. Cada día, mujeres son víctimas de violencia física, psicológica, sexual y económica. Los feminicidios, la desaparición de mujeres y las agresiones de diversa índole siguen siendo una constante. La impunidad y la falta de justicia en muchos casos solo agravan esta realidad, perpetuando un ciclo de violencia.

La raíz de este problema es compleja y multifacética. Hay factores culturales arraigados, como la normalización de la violencia machista y la desigualdad de género, que contribuyen a esta problemática. La falta de educación y concientización desde temprana edad sobre el respeto, la equidad y los derechos humanos también juega un papel crucial.

El papel de las autoridades es fundamental para abordar esta crisis. Se requiere un compromiso real y acciones concretas por parte del Estado para garantizar la protección y seguridad de las mujeres. Es esencial implementar políticas públicas efectivas, fortalecer las instituciones encargadas de atender estos casos y mejorar los sistemas de denuncia y acceso a la justicia.

Asimismo, la sociedad en su conjunto tiene un papel relevante en la erradicación de la violencia contra la mujer. Es necesario fomentar una cultura de respeto, empatía y solidaridad. Debemos alzar la voz, denunciar cualquier acto de violencia, promover la igualdad de género y apoyar a las víctimas para que encuentren el respaldo necesario.

Las mujeres merecen vivir libres de miedo, con igualdad de oportunidades y con el pleno ejercicio de sus derechos. Debemos construir un México donde la violencia de género sea cosa del pasado, donde reine el respeto y la dignidad humana en todas sus formas.

La violencia contra la mujer en México es una realidad que no podemos ignorar ni tolerar. Es hora de actuar con determinación, empatía y solidaridad para poner fin a esta injusticia. Juntos, autoridades y ciudadanía, podemos construir un país más seguro y justo para todas y todos.

A sabiendas de esto, pues vámonos con lo bueno, lo malo y lo feo.

Lo bueno: la realidad es que mientras no se vea un cambio significativo en el acompañamiento y protección de los derechos de las mujeres, no podré decir que hay algo bueno en este asunto. Lo malo: que tal parece que, en lugar de disminuir todas estas situaciones de violencia, estas se empiezan a normalizar y aumentar. Lo feo: que las autoridades que son las garantes de la protección de los derechos de las mujeres, en ocasiones, son las que los transgreden y hasta solapan a los agresores.

No está de más decir que esto es a título personal.

Fíjense nada más que… en Morelos, con la designación de Margarita González Saravia como Coordinadora de la Defensa de la Transformación de

Morena; con Lucy Meza como la virtual candidata del Frente Amplio; y con Jessica Ortega como la abanderada de Movimiento Ciudadano; por primera vez en el Estado tendremos una mujer gobernadora, esperemos que, con esto, la situación que de violencia, desigualdad y abuso contra la mujer por fin se erradique.

Fuera de contexto: Parece que en el Frente Amplio por México que integran el PAN, el PRI y lo que queda del PRD, están jugando a perder, y no hablo de porque haya diferencias a la vista entre la tersa relación que hay entre sus dirigentes nacionales, no, pero si volteamos a ver los estados, específicamente Ciudad de México y Morelos, parece que se les está haciendo bolas el engrudo, pues ‘liderazgos’ locales amenazan con romper esa endeble alianza, por lo menos en sus entidades.

Las opiniones vertidas en este espacio son exclusiva responsabilidad del autor y no representan, necesariamente, la política editorial de Grupo Diario de Morelos.

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