Han terminado los Juegos Panamericanos, Lima 2019, con una gran actuación de los atletas mexicanos; tanto así, que se trató del mejor papel realizado por los nuestros en la historia de esta competencia, dentro o fuera del terruño querido, al lograr una cosecha de 136 preseas.

Si bien es cierto que potencias como Estados Unidos y Canadá no mandan a su equipo estelar; también lo es que, no es nuevo, en virtud de que esto ha venido ocurriendo prácticamente en todos los Juegos Panamericanos, por lo que, en mi opinión, no es argumento para demeritar la participación de los mexicanos.

Todos los días recibíamos buenas noticias respecto a la obtención de medallas, siendo recibidas con mayor alegría aquellas en las cuales se podía escuchar nuestro himno nacional, mientras uno de nuestros compatriotas subía a lo alto del pódium.

Paola Longoria en ráquetbol, el atletismo con los triunfos de Laura Galván y Fernando Martínez en los 5 mil metros, femenil y varonil respectivamente, estuvieron espectaculares; por mencionar unos cuantos. Además, se consiguieron siete plazas para los Juegos Olímpicos Tokio 2020. Para no variar, pese a que ganaron el bronce, la gran decepción la protagonizó el futbol, en donde (como siempre) se habían cifrado grandes esperanzas.

Sin embargo, la resonante participación azteca fue opacada cuando la política; sí, la maldita política metió su cuchara, queriéndose “colgar una medalla” que, sinceramente, no les correspondía.

Todavía podemos recordar a Ana Gabriela Guevara afirmando al hacerse cargo de la CONADE que la situación en que tomaba las riendas del deporte mexicano era deplorable. Es entonces cuando surge la pregunta ¿Si estaba tan mal, por qué se logró tan buena participación en Lima 2019?

Para acabarla de amolar, se hizo del dominio público, ante la austeridad que ha caracterizado a la cuarta transformación, la cancelación de becas y un importante recorte presupuestal para el deporte; tanto así, que el laboratorio de la CONADE, avalado por la WADA fue cerrado por “los altos costos que implicaba”.

Pero entonces, la “Saeta” de Sonora, se tomó el atrevimiento de entregarle una medalla al primer mandatario de la nación, para “agradecerle el apoyo que su administración le ha brindado al deporte”, dando la impresión de que se querían colgar del triunfo de nuestros atletas, en el cual, desde mi humilde punto de vista, poco tuvieron que ver.

De repente vinieron a mi memoria las palabras pronunciadas por John F. Kennedy, cuando se convirtió en el trigésimo quinto presidente de Estados Unidos: “La victoria tiene muchos padres… la derrota es huérfana.

 

Eduardo Brizio
ebrizio@hotmail.com

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