Regalar flores, un acto cotidiano que suele asociarse con el amor, la amistad o la gratitud, tiene raíces que se remontan a miles de años en distintas culturas alrededor del mundo.

En el antiguo Egipto, las flores se ofrecían como símbolos de vida y respeto a los dioses, colocándose en templos y tumbas como parte de rituales sagrados. Más tarde, Grecia y Roma adoptaron esta práctica, utilizando ramos y coronas florales para honrar a sus deidades y expresar admiración o afecto hacia otros.

En China, cada flor adquirió un significado filosófico y espiritual, siendo un símbolo de virtudes y buena fortuna. Por su parte, en la Edad Media europea surgió la llamada floriografía, un “lenguaje secreto” mediante el cual los colores y tipos de flores transmitían mensajes ocultos: la rosa roja representaba el amor, la blanca la pureza y la amarilla la amistad.

Hoy en día, regalar flores sigue siendo un gesto universal que combina belleza, simbolismo y emociones, recordándonos que detrás de un simple ramo hay siglos de historia y tradición.

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