AL AVANCE del año y de las gestiones federal, estatales y municipales, de a poco se diluye el optimismo de inicio de año y de gobiernos, pues no hay grandes cambios en los temas de mayor ocupación ciudadana.

Según estudios de opinión pública de la encuestadora De las Heras Demotecnia, el INEGI y la OCDE, la inseguridad es el denominador común de interés y preocupación social, sin vistos de resolución.

En tanto, la multiplicidad de visiones de gobierno a partir de posturas ideológicas y partidistas lleva al país el cauce de los desacuerdos y, peor aún, a la confrontación que paraliza la expectativa de desarrollo.

POR LO general, es entre el final del segundo año y al inicio del tercer año de gestión cuando aparece machacona la acusación: “Esta es la peor legislatura de toda la historia de Morelos”… y se vuelve recurrente.

Son varias las razones o emociones que multiplican tal calificación, no necesariamente ciertas o bien intencionadas, pero al conjugarse toman forma de verdad absoluta e irrebatible. La Legislatura LIV va por ahí.

La pugna por los afanes de poder y materiales, así como el desapego al espíritu parlamentarista que supone su condición la están llevando a ese escenario apenas al cierre de su primer año e inicio del segundo.

EL DESÁNIMO ante un futuro inmediato incierto, por una coordinación prácticamente inexistente en los órdenes de gobierno se traslada al plano ciudadano en su ámbito municipal que hoy navega “de a pechito”.

La seguridad dejó de ser responsabilidad municipal hace buen rato y todo parece esperarse de la Federación, mientras que el desarrollo económico se aprecia estancado por millonarios compromisos crediticios.

En un simple ejercicio, cada ciudadano podrá constatar la situación que se vive al preguntarse qué obra pública más cercana recuerda ¿alguna escuela? ¿algún hospital? ¿alguna vialidad nueva no federal?, y así…

SON TIEMPOS de confrontación, para mal ciudadano, los que se viven en Morelos, donde la inseguridad, la falta de empleo y el debilitado sistema de salud acentúan la urgencia de voluntad, diálogo, acuerdos.

Por: E. Zapata / opinion@diariodemorelos.com / Twitter: @ezapata1

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