Atril

La tradición obliga a conmemorar el rompimiento del Sitio de Cuautla, hecho de armas ocurrido el 2 de mayo de 1812, hace poco más de dos siglos. Sin embargo, la memoria colectiva guarda la fecha del 19 de febrero como el inicio del asedio de los realistas al mando de Félix María Calleja contra los insurgentes. Es así que dos meses atrás se conmemoró el arranque de la batalla que le valió al general José María Morelos ser considerado en Europa un genio y estratega militar, además de un caudillo capaz de motivar actos heroicos entre sus huestes. De acuerdo al calendario perpetuo consultado, el 19 de febrero de 1812 cayó en un miércoles, día nefasto, según las creencias indígenas. El mal augurio de ese día puede verse en dos perspectivas: la de malas para los insurgentes o para los realistas. Por la tarde del lunes 17, al saber que se acercaban a Cuautla las fuerzas de Calleja, el general Morelos salió con una pequeña escolta a hacer un reconocimiento de los movimientos de los contrincantes realistas. Por el rumbo de Cuautlixco les salió al paso un nutrido grupo de aquellos, con quienes se trenzaron en una escaramuza, y enseguida asomaron refuerzos realistas. Prudente, el General dio orden de retirada ante lo numeroso de los jinetes que se acercaban escopetas en mano. Poco faltó para que Morelos fuera hecho prisionero.

El martes 18, Calleja echó un vistazo por las inmediaciones de la villa de Cuautla y concluyó que por la tarde del día siguiente estaría comiendo con su esposa en el Palacio Municipal. Visto así, ese miércoles fue de mala suerte para el militar ibero, pues serían 74 días en los que su prestigio de comandante en jefe de las milicias reales quedó en entredicho, dejó debilitada al Virrey Venegas y a la misma corona española, en la todavía Nueva España. No en balde una de las calles de la Heroica lleva por nombre “Las angustias de Calleja”, producto de la tremebunda soberbia y despotismo del militar hispano, su inadmitida impericia militar y un desdén absoluto hacia los insurgentes, específicamente al mismo Morelos. Actitud que Callejo tuvo que cambiar hasta calificar a su rival, en una de las cartas enviadas al virrey, como un “auténtico Mahoma”, por el fanatismo con que sus huestes lo seguían y obedecían. Durante la jornada de inicio del asedio realista a Cuautla quedó detallado el acto del “Niño Artillero”, como el primero de muchos que se habrían de suceder durante parte de febrero, marzo, abril y hasta la madrugada del sábado 2 de mayo cuando los insurrectos rompieron el cerco ante la desesperación de Calleja, quien se enteró de la fuga dos horas después de que Morelos andaba ya por Yecapixtla y Ocuituco. Las impresiones anteriores provienen de la lectura de “El sitio de Cuautla”, monografía de Luis Chávez Orozco en edición facsimilar del Gobierno del Estado en colaboración con el Ayuntamiento de Cuautla.

De dicho texto entresacamos algunos episodios, como el siguiente: “Los realistas hicieron fuego sobre la trinchera del callejón de Páez y desde entonces llamada ‘Boyás sin cabeza’, defendida por el valiente capitán Boyás, a quien una bala de cañón le desprendió la cabeza como si la hubiera guillotinado”. Huelga decir que sin el rompimiento del cerco y los días de lucha que le antecedieron, la Independencia de México no hubiera sido posible. Apresado Morelos y muerto tres años después, en diciembre de 1815, el caudillo y su gesta continentalmente reconocida prendieron mecha entre otros insurgentes para continuar la lucha que culminaría en 1821. Hoy, cercada Cuautla por el corona virus, de acuerdo a Jaime Martínez Rivera, vicepresidente del Consejo del Patrimonio Histórico de la heroica, fue suspendida la fiesta del desfile con el que a partir de 2012 comenzó a ser celebrado el rompimiento del sitio… (Me leen después).

 

José Manuel Pérez Durán

jmperezduran@hotmail.com 

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