Las bombas apestosas, artefactos que generan toques, dulces con sabor a chile y ajo, y hasta excremento falso son parte de los artículos que desde hace más de 40 años Amalia Núñez Tapia vende en su pequeño negocio de bromas y carcajadas a un costado del kiosco de Cuernavaca.
Ayer se conmemoró el Día de los Santos Inocentes, y Núñez Tapia expresó para Diario de Morelos que una pequeña broma nunca está de más en la vida de cada uno, ya que “te alegra el día y hace que olvides por algún momento del estrés o del cansancio”.
A pesar de su oficio y conocimiento en las burlas, ella tampoco se salva de alguna vacilada, pues sus mismos clientes le han arrojado bombas apestosas, le han colocado polvo pica pica, e incluso, en un 28 de diciembre le jugaron una mala broma diciéndole que su casa se estaba quemando.
“La gente maldosa me la ha aplicado también a mí; una vez me dijeron que se estaba quemando mi casa. Yo estaba bien espantada, de inmediato le hablé a mi hija y me dijo -mamá, no es cierto, te hicieron una broma-”, relató mientras recordaba y se reía de aquella broma.
Su negocio cuenta con más de 50 años de antigüedad; antes lo administraban sus cuñadas y su suegra, pero hoy en día ella es la responsable, o como a ella le gusta decir “la nueva generación de las bromas”.
Sus ganancias no son tan altas, ya que solo le va bien en algunas temporadas, Amalia prefiere seguir viviendo de risas y carcajadas que se pueden obtener a través de las bromas que vende, pues insistió que una sonrisa vale más que cualquier otra cosa.
