Hace cerca de una semana el Presidente de Estados Unidos Joe Biden, comentó que se estaban estudiando de que forma podían mejorar las relaciones con Cuba; todos los países lo celebraron que hasta se convocó a una sesión extraordinaria en la ONU para escuchar la opinión de todos los miembros al respecto, donde se le pidió a Estados Unidos que levantara el bloqueo a Cuba, quien lo ha estado sufriendo desde hace 60 años. Se puso a votación y con excepción de EEUU y de 2 países más, no se pudo llegar a un acuerdo al tener Estados Unidos Derecho de Veto.

Y hace unos días el presidente Biden hizo unas declaraciones a la prensa entre las cuales dijo que Cuba necesitaba una muestra del poderío que tiene Estados Unidos y que no lo ayudará hasta que no cambie y “sea un país que respete a la democracia”. Casi todos los países se le fueron al cuello, aunque unos cuantos se quedaron callados.

LA PANDEMIA

Precisamente ahora en que tenemos la peor pandemia que el mundo ha tenido en 100 años, cuando es el momento de ayudar al necesitado al que pasa por su peor momento, a quien no le está pidiendo nada, tiene que seguirlo castigando por medio de los demás países que llevan una relación con ambos y que ahora se necesita  pensar en el prójimo, ayudar al más necesitado y volverse humanista y no un ser individualista que sólo piensa en si mismo y así ganarse de nuevo el respeto del resto del planeta y olvidarse por un momento de adorar al dinero y pensar en el ser humano.

Porque matando con guerras y a base de hambre no se va a recuperar el prestigio que antes tuvo cuando todos soñaban en el “American way of life”, aunque ahora sigan guardando riquezas a base del sufrimiento y el hambre del prójimo, porque quiérase o no todos vivimos en este mismo planeta.

EL RECUERDO 

Me recuerdo que hace años, cuando uno podía ir a Cuba de paseo sin que hubiera tantas restricciones, mi hermano Julián y yo fuimos de turistas durante una semana y nos divertimos de lo lindo. Era el año de 1958, nos fuimos al Hotel Riviera donde estaba el famoso club nocturno Tropicana.La Habana lucía como si estuviéramos en Las Vegas o en Nueva York. Al segundo día nos fuimos a la playa de Varadero, donde se tomaba un puñado de arena, se aventaba hacía arriba y caía puro polvo de lo fina que estaba. El agua era transparente y de varios tonos de azul claro a la distancia llegar a verde oscuro. De ahí tomamos un tour hacia el oriente de la isla y llegamos a Cárdenas. Entonces vimos la pobreza que diferenciaba a La Habana del resto del País por donde pasamos en el camión o Guagua, como ellos lo nombran. Regresamos al hotel y yo no pude dormir pensando que en toda Cuba había más pobreza que la que teníamos en México.

Julián se fue a jugar en las maquinitas y yo visite el Club Tropicana. Sin pedir nada; me tomé una bebida llamada “Mojito” diciendo que era cortesía del Hotel. Llegó una muchacha muy linda y me sacó a bailar Mambo, que estaba de moda y yo me quedé como una tabla sin saber seguir los pasos de la chica. Me llevó a mi mesa y no esperó a que la invitara a sentarse. Pidió una Cuba Libre y para mi otro mojito. Intente comenzar una plática y ella me calló porque iba a comenzar el “show” de unas hermosas jóvenes bailando con un ritmo y una gracia envidiables.

Mi hermano regresó un poco molesto y me pidió dinero para seguir jugando. Lo convencí que en los casinos nadie sale ganando y mejor probara uno de esos mojitos hechos con agua mineral, mucho hielo y una buena cantidad de ron, mezclado con yerbabuena mientras una joven que no habíamos visto se sentó a la mesa y pidió otra copa para ella. Nos despedimos y nos fuimos al hotel porque yo estaba realmente cansado.

ENTRADA VICTORIOSA

Unos días después fuimos a cenar, pero había un montón de gente. Pedimos unos platos y nos servimos lo que se pudo. Había soldados por todos lados y vimos como la gente entraba con sus maletas de regreso porque ya no había vuelos, ni para México ni para Estados Unidos, porque los terroristas ya habían asaltado el muelle y había muchos muertos.

Esa noche era año nuevo, se acabaron las fiestas y nadie durmió. No sabíamos que había pasado pues se oían balazos por todos lados, la gente escondiéndose y vimos a Fidel Castro entrando a caballo con su hermano y un enorme grupo de soldados, algunos de ellos vestidos de civil disparando al aire, seguido por un enorme grupo de gente blandiendo banderas cubanas, gritando “Libertad, libertad”.

Llegamos al aeropuerto donde nos quedamos cuatro días esperando, hasta que llegó el de la compañía de viajes y nos jaló para subirnos a un avión de Mexicana de Aviación, nos avisó que ya había lugar siempre y cuando pagáramos 500 dólares más por cada uno y en una hora ya estábamos desembarcando en Mérida. Buscamos un hotel y encontramos un cuarto en una casa de huéspedes. Arrumbamos las maletas y bajamos a ver la televisión donde salía Fidel Castro, todo barbón y al Che Guevara; a su hermano menor, a Camilo Cienfuegos, una mujer y diez gentes más saludando al tumulto.

Después nos enteramos que el presidente Batista había salido de la Habana dos días antes a sabiendas que Castro iba a entrar a la Habana.

Al año siguiente supimos que el presidente de Estados Unidos, decidió terminar con toda clase de relaciones con los rebeldes, declaró que a Cuba la iba a matar de hambre, ordenó que los negocios y en especial los de alimentos y productos farmacéuticos fuesen cerrados y que se intervinieran las cuentas bancarias del gobierno cubano y de sus habitantes, dentro de EE UU. 

Al igual que el cierre de todas las industrias y propiedades estadunidenses, prohibió la visita de turistas a la Isla, ordenando que las propiedades estadunidenses fueran rematadas y se salieran de la Isla, por lo que tendió un puente aéreo para sacarlos del País. La Embajada siguió funcionando por un tiempo hasta que lo entregó la embajada Suiza.

Castro siguió comprando alimentos, gasolina, medicinas y cuando se acabó el dinero China se acercó, pero los soviéticos (la URSS) les ofreció cambiar lo que necesitara por el azúcar al precio que Cuba quisiera. 

Fidel no quería convertir a Cuba en un País Socialista, pero Estados Unidos no le dejó otra salida y aceptó la oferta de la URSS sin perder contacto con China.

Luego vinieron los refugiados cubanos y los estadunidenses que les encanta como  en Vietnam y en Cuba también perder en Bahía de Cochinos. John F Keneedy  descubrió que Krushev tenía misiles en Cuba y tuvo que negociar los de Turquía. 

Ahí perdieron los cubanos pero más los gringos.

Por:  Rafael Benabib / rafaelbenabib@hotmail.com

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