Ciudad Juárez.– En las sombras de la frontera, donde el desierto chihuahuense se funde con el polvo de las promesas rotas, una mujer de 44 años conocida como "La Diabla" tejía una red de horror que estremeció al mundo.
Martha Alicia Méndez Aguilar, operadora clave del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), fue detenida el 2 de septiembre en una carretera polvorienta cerca de Ciudad Juárez. No era una sicaria común ni una narcomenudista: era la mente maestra de un esquema macabro de tráfico de bebés y órganos que devoraba vidas vulnerables, dejando un rastro de madres muertas y infantes vendidos como mercancía en el mercado negro de Estados Unidos.
Imaginemos el gancho: una joven embarazada, de apenas 16 años, de una colonia marginada en el norte de México, recibe una llamada. "Ven, te ayudamos con el parto. Todo gratis: atención médica, pañales, un futuro para tu hijo", le dicen.
Horas después, en una clínica clandestina perdida en el desierto, el bisturí rasga su vientre sin anestesia ni piedad. La madre no despierta. El bebé, sí. Y viaja al otro lado de la frontera, etiquetado con un precio: hasta 250 mil pesos, unos 14 mil dólares, para parejas desesperadas en Texas o California que pagan por sueños robados.
Así operaba "La Diabla", según revelan documentos de inteligencia estadounidense y confesiones preliminares de la investigación mexicana.
El ascenso de una "diabla" en las entrañas del CJNG
Martha Alicia Méndez Aguilar no nació en el crimen; al menos, eso sugieren los primeros perfiles de la Fiscalía General del Estado de Chihuahua. Originaria de Jalisco, cuna del CJNG, escaló en la jerarquía del cártel como una figura discreta pero letal. En Chihuahua, operaba como enlace transfronterizo, diversificando las ganancias del grupo más allá de la cocaína y el fentanilo.
El CJNG, designado como organización terrorista extranjera por Estados Unidos en febrero de 2025 bajo la administración Trump, no se conforma con el narco: extorsiona, lava dinero y, ahora, trafica en la inocencia más pura.
La red de "La Diabla" era un engranaje perfecto de crueldad industrial. Reclutaba a mujeres embarazadas en situación de pobreza extrema –muchas indígenas o migrantes– mediante redes sociales y "centros de ayuda" falsos en Facebook y WhatsApp.
Las atraía con promesas de apoyo, solo para secuestrarlas en zonas remotas como las afueras de Juárez. Allí, en quirófanos improvisados con matas de sangre y sin protocolos sanitarios, se practicaban cesáreas ilegales. Las madres, a menudo menores de edad, morían desangradas o por infecciones. Los neonatos eran "procesados": vendidos a agencias de adopción ilegales en EU o, en casos aún más atroces, sometidos a extracciones de órganos para el mercado negro.
Un informe de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional (ODNI) estima que esta operación generaba millones de dólares anuales, un "flujo de caja" para financiar las guerras territoriales del CJNG.
El horror se destapó en julio de 2025, cuando el cuerpo de una madre de 20 años apareció en un basurero de Juárez, con signos de una cesárea forzada. Su bebé, desaparecido. La investigación, impulsada por pistas de víctimas sobrevivientes y denuncias anónimas en X (antes Twitter), llevó a "La Diabla". En redes como Facebook, grupos de madres desaparecidas compartían testimonios escalofriantes: "Mi hija embarazada se fue con ellas y nunca volvió", posteaba una usuaria en un foro de Univision. Otro tuit viral de @ReporterosMX_lo resumía: "OJO | CAE 'LA DIABLA', TRAFICANTE DE BEBÉS LIGADA AL CJNG".
La indignación se desbordó, con más de 4 mil likes y llamados a la justicia.
La captura: Un triunfo binacional en la era Trump-Sheinbaum
La detención no fue casualidad. Fue el fruto de una colaboración inédita entre México y EU, en un contexto de tensiones por el fentanilo y las caravanas. El Centro Nacional de Contraterrorismo (NCTC) de la ODNI proporcionó inteligencia clave: geolocalización de "La Diabla" vía satélite y análisis de sus comunicaciones encriptadas. El FBI y los US Marshals coordinaron con la Agencia Estatal de Investigación de Chihuahua, allanando un rancho en las afueras de Juárez donde se hallaron evidencias: documentos falsos de adopción, recipientes de órganos preservados y listas de "clientes" estadounidenses.
"Esta es una muestra de lo que los cárteles terroristas hacen para diversificar sus ingresos", declaró Joe Kent, director del NCTC, en un comunicado que resonó en Washington. En México, la presidenta Claudia Sheinbaum, durante una visita a Juárez el 25 de septiembre, elogió la "cooperación soberana" pero advirtió: "No permitiremos que el terror cruce nuestras fronteras".
Sin embargo, críticos en X, como @drfify, cuestionan: "¿El México de @PartidoMorenaMx? Tráfico de bebés y asesinato de embarazadas por el CJNG".
La detención también vinculó a "La Diabla" con un feminicidio previo: en octubre de 2023, ya había sido investigada por detener a elementos de la Guardia Nacional, un acto de impunidad que ahora se ve como preludio de su reinado de sangre.
Hasta la fecha, la Fiscalía de Chihuahua ha rescatado a tres bebés y detenido a cinco cómplices, incluyendo "médicos" clandestinos. Pero el caso sigue abierto: ¿quiénes eran los compradores en EU? ¿Hasta dónde llegaba la cadena de órganos?
Autoridades binacionales prometen más arrestos, pero el silencio de las víctimas –esos fantasmas del desierto– clama por justicia.
Un espejo roto: El costo humano de la impunidad
Este escándalo no es sólo un golpe al CJNG; es un recordatorio lacerante de cómo el crimen organizado devora lo más sagrado. En México, donde desaparecen 100 mil personas y el feminicidio azota con 10 casos diarios, el tráfico de bebés –estimado en cientos de casos anuales por ONGs– se ceba en los más vulnerables. "La Diabla" no actuaba sola: representaba un sistema donde la pobreza es el reclutador perfecto y la corrupción, el escudo.
En las calles de Juárez, madres como María –un pseudónimo para una sobreviviente– susurran: "Pensé que era salvación, pero fue el diablo". Su historia, compartida en un hilo de @novedadesqroo, ha inspirado vigilias y campañas en redes.
Mientras, el CJNG, con sus 30 mil miembros y tentáculos en México y Estados Unidos, se lame las heridas pero no muere. La pregunta persiste: ¿Cuántas "Diablas" más acechan en la oscuridad?
En un México herido, esta captura es un faro tenue. Pero para que ilumine, debe desmantelar no solo a una mujer, sino al monstruo que la forjó. Porque en el negocio de los bebés robados, el verdadero terror no termina con unas esposas: vive en el llanto silenciado de los que nunca volverán a casa.
