En uno de los países más cerrados del mundo, comienzan a aparecer símbolos que parecen sacados de cualquier ciudad occidental. En Pionyang, las élites se reúnen en una cafetería que imita a Starbucks Reserve, piden su café y pagan con el celular. A cientos de kilómetros, en la costa, un complejo turístico favorito de Kim Jong-un presume cervezas extranjeras y toboganes de agua dignos de un parque de diversiones en Las Vegas.
Corea del Norte, tradicionalmente enemiga declarada del capitalismo, está copiando la estética y prácticas de Occidente para construir una fachada de prosperidad. No es casualidad: el régimen busca ingresos en medio de sanciones internacionales y, al mismo tiempo, ofrecer a sus élites —muchas de ellas expuestas al extranjero— un estilo de vida aspiracional.
El “IKEA norcoreano”
Uno de los ejemplos más claros de esta tendencia es el centro comercial Rangrang Patriotic Geumganggwan. Para estudiantes chinos residentes en Pionyang, es prácticamente un “IKEA norcoreano”: pasillos amplios, muebles modernos y utensilios de cocina con embalajes idénticos a los de la marca sueca.
En la misma línea, la cafetería Mirai Reserve replica casi por completo la experiencia premium de Starbucks, cambiando apenas el logotipo para evitar sanciones. Ni IKEA ni Starbucks reconocen operaciones en Corea del Norte, lo que sugiere que se trata de imitaciones o productos de contrabando.

Fotos: Daria Zubkova
Un consumismo selectivo
Según visitantes recientes, en la capital es común ver a vendedores ambulantes y tiendas aceptar pagos digitales con códigos QR, dejando atrás el efectivo. Todo esto convive con una realidad mucho más dura: la mayoría de los norcoreanos sobrevive con un ingreso anual promedio de poco más de 1,000 dólares, lo que los deja fuera del alcance de estos lujos.

Fotos: Daria Zubkova
Lo que el mundo observa, a través de la experiencia de los pocos turistas permitidos, es una Corea del Norte que se “americaniza” a su manera: importando símbolos de consumo global, reinterpretándolos bajo control estatal y usándolos como escaparate para mostrar modernidad, aunque sea solo para unos pocos.
