De pequeño asistía con la familia a las misas de los domingos en La Catedral -ahora de vez en vez- siempre eran y son, las mismas caras, desde entonces me percato que algunos asisten más por tradición que por convicción; unos para socializar, aquellos eran tiempos en que la gente se saludaba en la catedral, hoy lo hace en los centros comerciales; unos eran de buenas costumbres, otros de no tan buenas que asistían más bien para tranquilizar sus conciencias y hacerse ver como creyentes.
Hubo una época en que la iglesia era relevante, la fe era parte de la cultura, la vida de las personas giraba en torno a la fe, se reflejaba en las festividades religiosas que eran parte del ajetreo de la ciudad. Hoy, poco o nada de eso está presente, aunque hay intentos de recuperar esas celebraciones. La iglesia enfrenta una profunda crisis, la forma de trasmitir la religión ya no funciona para la generación millennial, que, en conjunto, poseen características como el descontento social y el apego a la tecnología. La generación de creyentes se está esfumando.
La iglesia asegura, que previo arrepentimiento todos ganan el perdón, y los creyentes entienden, que, con ir a misa, repartir limosnas, rezos, salmos, cánticos, alabanzas, brincos y golpes de pecho serán perdonados. Más tardan en salir del templo, que en ser otra vez no creyentes; y para que tener que serlo, si el próximo domingo serán perdonados de nuevo, y así les va la vida. Es por ello, que un buen porcentaje de asiduos a los templos son aquellos que no tienen la conciencia tranquila o tan tranquila, y requieren del perdón para sentirse bien, de la misma manera que los enfermos asisten a un hospital para sanarse, y son numerosos porque, no hay quien no cometa una falta, aunque algunos ni se dan por enterados. De nada “vale” ir a misa y orar, cuando no se respetan ni los diez mandamientos, ni el principio de todas las religiones que dice de distintas formas; “No hagas a otros lo que no deseas para ti”.  Asistir a templos e iglesias, no tiene relación con lo actuado, pensado y hablado el resto de la semana.
La cosmovisión es la forma en la que vemos e interpretamos el mundo que nos rodea, estemos o no conscientes de ello, y así, vivimos influenciados por una cultura en la que ya parece normal ignorar la religión y sus preceptos, como también parece normal cometer delitos sin que cause asombro sino al contrario.
En nuestro mundo occidental dos son las cosmovisiones que más han influido en la forma de entender el culto religioso.
Una, es la cosmovisión judeo-católica-cristiana, la que considera que el universo creado está bajo el dominio de un Dios omnipresente que está en todo lugar, omnipotente que todo lo puede, y omnisciente que todo lo sabe, por tanto, nada se escapa a su mirada y a su juicio moral. En tal sentido, toda actividad humana está relacionada con Dios, incluso el trabajo, como un acto y ejercicio de los talentos de cada persona, en esta cosmovisión judeo-católica-cristiana, toda actividad humana, es un acto apegado a la fe… en teoría.
Por otra parte, está; la cosmovisión grecorromana, que separa lo sagrado de lo profano, en donde termina uno empieza el otro, son mutuamente excluyentes, es donde los dioses están circunscritos únicamente a los templos. Y fuera de él, la gente, actúa bajo sus propias reglas sin rendirle cuenta a su religión ni a su conciencia, por la forma en que actúa con sus semejantes, sin considerar los criterios que momentos antes tenía presentes en el templo. Los griegos y romanos, creen que el lugar de sus dioses es solo el templo, y fuera de él, cada persona, actúa y pone sus propias reglas, porque la devoción no le sirve, le estorba, para conseguir sus fines en el ámbito mundano.   
Entre estas dos cosmovisiones se ha producido un sincretismo, entre religión y relación, resultando que el creyente monoteísta actual, sea judío, católico o cristiano, acepta ya, como el politeísta grecorromano, que solo el templo es el lugar de Dios, y fuera de él, está en un terreno profano, es como vemos que los asiduos a las iglesias y templos, fuera de ellos tienen un comportamiento contradictorio a sus supuestas convicciones, donde los salmos, los versículos y los mandamientos se los pasan por el arco dl triunfo. De manera tal, que son ateos de lunes a sábado y creyentes solo una hora del domingo.
Para los fieles, la religión, consiste en una relación permanente entre Dios y el ser humano, donde la devoción fluye de manera natural y espontanea sin importar tiempo y lugar. En cambio, para los griegos, romanos, egipcios y demás politeístas, la religión es una transacción, un intercambio entre los dioses y los humanos, donde las personas adoran y ofrendan hasta con sacrificios esperando recibir algo a cambio, de manera equivalente fueron las culturas prehispánicas.
Un estudio de Harvard, hecho a 70 mil personas durante 16 años, indica que asistir a misa; sana, física y mentalmente, previene el estrés, la ansiedad, y por ello enfermedades como el cáncer, y del corazón entre otras.  
P.D. Hasta la próxima

Por: Carlos Lavín Figueroa / carlos_lavin_mx@yahoo.com.mx

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