Como comenté en otro artículo de esta columna, al que le llamé “El agua de Cuernavaca”, nuestra ciudad se abastecía de agua principalmente de dos puntos: Primero del norte, desde Santa María Ahuacatitlán, de los manantiales Axomulco y El Tepeite, bajaba mediante un apantle (del náhuatl apantli, que significa canal o acequia), pasaba por Tlaltenango y corría por toda la avenida Morelos. El jardín Borda y la huerta del convento de San Francisco (actualmente Jardín Revolución) tomaban agua de este apantle, posteriormente bajaba para regar los huertos de la calle de Galeana. El segundo punto era de los ojos de agua de Guadalupita, que tenía cinco manantiales: “El Amatitlán”, “El Venado”, “La Pintura”, “El Sanguijuelas” y el “San Francisco”, de ahí el agua era conducida por un acueducto que después se convertía en canal a cielo abierto que pasaba entre las calles de Guerrero y No Reelección para llegar al Centro. Después llegaba a la calle de Leyva para regar los huertos del barrio de Santo Cristo.

Cabe señalar que el agua no llegaba directamente a las casas, la gente tenía que tomarla de los apantles o de las fuentes que existían en la ciudad para abastecimiento. Incluso había un oficio que era el de aguador, que con jarros de barro, barriles de madera o recipientes de latón surtían el agua en las casas.

Por lo anterior, existían en Cuernavaca dos tipos de fuentes: Las de abastecimiento y las decorativas.

Primero hablaré de las de abastecimiento. Quizás la más antigua y que aún existe es la que se encuentra a un costado de la capilla de Nuestra Señora de los Dolores (del conjunto catedralicio), en la avenida Morelos frente a la entrada del Centro Morelense de las Artes. Esta fuente es quizás de principios del siglo XVII, y sirvió de abastecimiento de agua a los peregrinos que se dirigían hacia el Santuario de Chalma o hacia la Basílica de Guadalupe. Tiene en el muro un grifo en forma de “León de Judá”, símbolo de la tribu de Judá y del mismo Jesús, que representa la fuerza y el poder, así como la protección y la provisión de Dios. Simboliza las palabras de Jesús, que dice: “…más el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua para vida eterna” (Juan 4:13-14). Esta fuente tiene tres escalones para llegar a la pileta que es de forma triangular y de unos 70 cm. de profundidad.

Otra fuente importante de abastecimiento se encontraba en el centro del Mercado Colón (en donde actualmente es la Plaza de Armas), que era una fuente circular de piedra, con un diámetro de unos 5 metros y un metro de alto. Al centro contaba con un surtidor de mármol blanco en forma de esfera montada en una base, por donde escurría el agua que abastecía a la fuente. Esta fuente existió de 1872, fecha en que se construyó el mercado, hasta 1910 cuando se demolió.

Otra fuente de abastecimiento estuvo precisamente en la Plazuela del Zacate. Igualmente era circular, pero un poco más chica, quizás de unos tres metros y medio de diámetro y una altura que variaba por la inclinación de la plaza, que iría de los 50 cm. al metro de alto. El centro contaba con un surtidor en forma de prisma, decorado con mosaicos y que en su cúspide tenía media esfera en forma de concha, por donde salía el agua. La altura del surtidor debió de estar en un metro 20 cm. de alto. Esta fuente sirvió para abastecer de agua a las mulas, asnos y burros de las recuas que hacían el viaje de México a Acapulco, ya que en esta plaza sus dueños compraban el zacate y el rastrojo que servía de alimento a sus animales.

Otra fuente estuvo en lo que era la entrada a la ciudad, en frente del Chapitel del Calvario, esta era igualmente de piedra y en forma circular, de unos cinco metros de diámetro por unos 60 cm. de alto. Si uno avanzaba por la calle de Matamoros se encontraba con otra fuente circular en la “esquina chata”, en el entronque de la calzada de Leandro Valle con Matamoros, igualmente construida de piedra, pero un poco más chica, de uno dos metros de diámetro.

Sobre la calle de Morelos, en el Jardín San Juan existió otra fuente de abastecimiento de unos cuatro metros de diámetro y unos 60 cm. de alto, que al centro llegó a tener un surtidor en forma de esfera igual que la del mercado Colón.

La próxima semana, haré el recuento de las fuentes decorativas que existieron, y algunas que siguen existiendo en la ciudad de Cuernavaca, como las del puente Porfirio Díaz y la fuente del leoncito del Jardín de los Héroes que tantos cuernavacenses recuerdan con gran cariño.

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