El 11 de diciem­bre de 1897, el pre­si­dente Por­fi­rio Díaz arribó a la ciu­dad de Cuer­na­vaca durante el viaje inau­gu­ral del Ferro­ca­rril Inte­ro­ceá­nico que conec­ta­ría a la Ciu­dad de México con la capi­tal del Estado de More­los. Cuando estaba por rea­li­zarse este acon­te­ci­miento el gober­na­dor Manuel Alar­cón dis­puso la cons­truc­ción de una carre­tera de terra­ce­ría para comu­ni­car a la esta­ción con el cen­tro urbano de la ciu­dad. Así que obtuvo un prés­tamo por sesenta mil pesos para hacer las mejo­ras nece­sa­rias a la calle de Gue­rrero y a la de Car­los Qua­glia. Se hicie­ron ban­que­tas, se ali­nea­ron algu­nas casas y se colocó nuevo empe­drado e inclu­sive se rea­li­za­ron reco­rri­dos de prueba, con lo que se die­ron cuenta que las pen­dien­tes difi­cul­ta­rían el trán­sito de los pesa­dos carrua­jes que eran jala­dos por mulas o caba­llos, pues no podrían tras­por­tar la carga, tanto de los visi­tan­tes como de las mer­can­cías. Por lo ante­rior, se hacía nece­sa­rio cons­truir una nueva vía con menos pen­dien­tes.

Al día siguiente de la inau­gu­ra­ción del ferro­ca­rril, Don Por­fi­rio Díaz, fue reci­bido a las once y catorce minu­tos de la mañana por los Seño­res Dipu­ta­dos de la Legis­la­tura de More­los, en el salón de sesio­nes del Pala­cio de Cor­tés. Al ter­mino de ese acto el gene­ral Díaz y una amplia comi­tiva se tras­la­da­ron a la calle de San Miguel (en donde estuvo pos­te­rior­mente el Mer­cado Benito Juá­rez o del Reloj). En ese lugar el pre­si­dente dió el pri­mer “barre­tazo” en donde se comen­za­ría a cons­truir el nuevo camino que con­du­ci­ría a la esta­ción. Pero esta vía nunca se cons­truyó, pues el gober­na­dor Manuel Alar­cón optó por rea­li­zar una nueva carre­tera un poco más al norte.

El nuevo camino lle­va­ría el nom­bre de Lea­dro Valle (1833-1861), en honor al gran aliado del pre­si­dente Benito Juá­rez durante la Gue­rra de Reforma y quien había vivido los pri­me­ros años de su vida y de estu­dio en el pue­blo de Jona­ca­te­pec, More­los.

La cons­truc­ción de la nueva calle fue super­vi­sada y rea­li­zada por Don Euge­nio J. Cañas, hom­bre de nego­cios y en una época recau­da­dor de ren­tas de la ciu­dad. La calle ten­dría las con­di­cio­nes para colo­car un riel para un tran­vía que sería tirado por mulas o caba­llos (trac­ción de san­gre). Esta ave­nida ten­dría una lon­gi­tud de un kiló­me­tro ocho­cien­tos diez metros y 12 metros de ancho, mien­tras que la pen­diente varia­ría sola­mente 1.06 metros y lle­ga­ría hasta las calles de Mata­mo­ros y Vic­to­ria.

Asi­mismo, se levan­ta­ría un puente que cru­za­ría la barranca de Ama­nalco en su parte más angosta. Para rea­li­zar esta obra con­ta­ron con el apoyo del ejér­cito, por lo que su cons­truc­ción tan solo se llevó nueve meses. Final­mente, dicho puente fue inau­gu­rado con gran alga­ra­bía el 15 de sep­tiem­bre de 1900, lle­vando el nom­bre de “Puente Gene­ral Por­fi­rio Díaz”. Tam­bién se deci­dió que este sitio tenía que ser­vir tam­bién de ornato para la ciu­dad, pues le daría la bien­ve­nida al visi­tante, por lo que se colo­ca­ron dos jar­di­nes, uno al norte y otro al sur. Asi­mismo, se colo­ca­ron fuen­tes y se sem­bra­ron árbo­les de dife­ren­tes espe­cies. Tam­bién se cons­truyó un pabe­llón estilo fran­cés que sir­vió como hogar para el encar­gado de la con­ser­va­ción y cui­dado del doble jar­dín. Para su cons­truc­ción se uti­li­za­ron ladri­llos rojos pren­sa­dos de la Com­pa­ñía Manu­fac­tu­rera de Ladri­llos de Cuer­na­vaca, S.A. del señor Ramón Oli­ve­ros, quien era socio y fun­da­dor. Este mismo ladri­llo fue uti­li­zado en la cons­truc­ción del Hotel Moc­te­zuma y de la casa del Dr. Dic­kens en Lerdo de Tejada.

Para el esta­ble­ci­miento del tran­vía de muli­tas el gobierno de More­los, repre­sen­tado por Luis Flo­res, firmó el 13 de febrero de 1899, un con­trato con el nor­tea­me­ri­cano Willam T Prit­chard, para cons­truir y explo­tar la com­pa­ñía de tran­vías. La con­ce­sión se le otorgó por un plazo de 50 años. Entre las espe­ci­fi­ca­cio­nes del con­trato se esta­ble­cía que la con­ce­sión no podía ser tras­pa­sada sin la apro­ba­ción del eje­cu­tivo del estado y que los rie­les no debe­rían obs­truir el paso de los carrua­jes (no alte­rar el nivel del suelo), ni pro­vo­car otros incon­ve­nien­tes. El ser­vi­cio ini­ció en los pri­me­ros días de noviem­bre de 1899.

Varios acon­te­ci­mien­tos impor­tan­tes han ocu­rrie­ron en esta calle, como la entrada triun­fal del ejér­cito zapa­tista a Cuer­na­vaca el 28 de mayo de 1911, cuando lle­ga­ron pro­ve­nien­tes de Cuautla, des­pués de derro­tar al “Quito de Oro”, regi­miento de élite del ejér­cito por­fi­rista. Se dice que dicha vic­to­ria fue deter­mi­nante para la caída del pre­si­dente Por­fi­rio Díaz. Al tomar pací­fi­ca­mente la ciu­dad de Cuer­na­vaca, el gene­ral Asún­solo le entregó la plaza a Emi­liano Zapata.

Unos días des­pués, el 8 de junio Fran­cisco I. Madero visi­ta­ría Cuer­na­vaca, por invi­ta­ción de Zapata. Madero fue reci­bido por una gran comi­tiva, venía como “jefe de la Revo­lu­ción Triun­fante” a dia­lo­gar con los zapa­tis­tas, quie­nes lo acom­pa­ña­ron desde la esta­ción hasta el cen­tro de la ciu­dad, pasando por la calle de Lean­dro Valle.

Esta arte­ria con el tiempo se con­vir­tió en una de las más impor­tan­tes de nues­tra ciu­dad.

Las opi­nio­nes ver­ti­das en este espa­cio son exclu­siva res­pon­sa­bi­li­dad del autor y no repre­sen­tan, nece­sa­ria­mente, la polí­tica edi­to­rial de Grupo Dia­rio de More­los.

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