¡Los valientes no asesinan! Esta frase la gritó con energía y osadía Guillermo Prieto para evitar que un puñado de soldados asesinaran a Benito Juárez García y con esta atrevida irrupción en la habitación donde estaban le salvó la vida al presidente en la ciudad de Guadalajara.  Por este acto heroico, Prieto se hizo famoso en la historia de México. Al oír los fusileros esta imponente advertencia bajaron las armas ante el atrevimiento del interlocutor y dieron media vuelta para retirarse.   

¡Quién fue Guillermo Prieto? Destacó como periodista, escritor, viajero, poeta, literato, ensayista, cuentista, dramaturgo, cronista, orador, economista, político liberal, ministro, diputado, legislador y algunas veces valeroso soldado. Nació en Molino del Rey, ciudad de México el 10 de febrero de 1818 y murió en Tacubaya, D.F el 2 de marzo de 1897. Fue hijo de José María Prieto Gamboa y de Josefa Pradillo. Pasó su niñez recreándose en el Bosque de Chapultepec. Cuando tenía 13 años murió su padre y al poco tiempo su madre se volvió loca. Habiendo quedado huérfano entró a trabajar a una tienda de ropa. Afortunadamente don Andrés Quintana Roo lo protegió como su tutor; lo apoyó para que continuara con sus estudios en el colegio de San Juan de Letrán y le consiguió trabajo en la aduana. Comenzó a laborar como periodista en los periódicos Siglo XIX y El Monitor Republicano. Frecuentemente usó en sus escritos el seudónimo de Fidel. Junto con Ignacio Ramírez, fundó el periódico satírico Don Simplicio. Publicó sus primeras poesías en el calendario de la librería Galván. Por sus virtudes intelectuales fue secretario particular de los presidentes Valentín Gómez Farías y Anastasio Bustamante. Fue redactor del Diario Oficial. Le tocó vivir las guerras contra los norteamericanos, contra la dictadura de Santa Anna, contra los conservadores, contra los franceses y contra el imperio de Maximiliano. Santa Anna lo envió al destierro por sus actividades disidentes y por haber escrito y difundido la antítesis del Himno Nacional titulada “La Marcha de los Cangrejos”. Fue ministro de hacienda con los presidentes Juan Álvarez, Mariano Arista y Benito Juárez. Ministro de Relaciones Exteriores con el presidente José María Iglesias. En 1890 el periódico La República convocó a un concurso para conocer quién era el poeta más popular de México y Prieto ganó. Por este motivo fue nombrado por Ignacio M. Altamirano “El Poeta Mexicano por Excelencia, Poeta de la Patria”. Destacan sus poesías La Musa Callejera y Romancero Nacional. Sus libros publicados: Memorias de mis Tiempos, Viajes de Orden Suprema, Viajes por los Estados Unidos, Apuntes para la Historia de la Guerra entre México y Estados Unidos, Compendio de Historia Universal y Lecciones de Historia Patria. Sus obras teatrales: El Alférez, Alonso de Ávila, Monólogo a mi Padre, Patria y Honra y los Dos Boticarios. Escritos profesionales: Indicaciones sobre el origen, vicisitudes y estado que guardan las rentas generales de la Federación Mexicana y Lecciones Elementales de Economía Política.  

Presencia de Guillermo Prieto en Cuernavaca:

 En 1845 publicó 12 crónicas en la revista Científica y Literaria sobre su paseo de una semana en Cuernavaca. Prieto llegó a Cuernavaca en diligencia por el camino real. Arribó con la intención de conocer Cuernavaca con detenimiento y convivir con sus habitantes. Llegó en tiempo de otoño y el clima lo sintió vigoroso. Visitó la parroquia de la Asunción (hoy catedral), y subió a la torre para admirar el panorama del valle. Visitó el Jardín Borda, el Palacio de Cortés, el Salto grande y chico de San Antón, visitó las fábricas de aguardiente del barrio de la Carolina, visitó una escuela para conocer su sistema de enseñanza, fue a ver los lavaderos públicos, visitó la casona del Bellavista propiedad de la familia Pérez Palacios, anduvo placenteramente por las plazas del centro, le tocó ver la celebración de Día de Muertos, visitó la hacienda de Atlacomulco y la de Temixco, visitó los vestigios de Xochicalco y el pueblo de Cuentepec.  Admiró los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl. La publicación de su paseo influyó para que infinidad de viajeros visitaran Cuernavaca durante las siguientes décadas. El 1 de octubre de 1855 Guillermo Prieto llegó a Cuernavaca con el ejército que comandaba el Gral. Juan Álvarez, quien inició la revolución para derrocar al dictador Santa Anna. El 4 del mismo mes Álvarez convocó a una Junta de Representantes de todo el país para elegir al presidente provisional. De 4 candidatos Álvarez ganó por mayoría de votos. Este nombramiento fue reconocido por los Representantes, el ejército y el pueblo cuernavacense. Álvarez juró cumplir su mandato y declaró a Cuernavaca capital provisional de la república. El 6 del mismo mes Álvarez nombró su gabinete, designando a Prieto Ministro de Hacienda. El día 10 llegaron los diplomáticos extranjeros para felicitar al nuevo gobierno. El 15 de diciembre de 1856, en las sesiones del congreso constituyente se puso a discusión una reforma territorial. Dos legisladores del Estado de Guerrero solicitaron que los distritos de Cuernavaca y Cuautla se anexaran a su entidad. Cuatro diputados impugnaron esta propuesta. Fue entonces que el diputado Prieto, quien al escuchar este debate se opuso también a dicha pretensión y mejor propuso que era más factible crear con ambos distritos un nuevo estado que podría llamarse Morelos. La propuesta de Prieto fue impugnada por algunos legisladores logrando desecharla, así como también la de los guerrerenses. De esta forma Prieto fue el primero en proponer la creación de Morelos, que 12 años después el presidente Benito Juárez decretó su fundación. El 15 de agosto de 1869, Guillermo Prieto estuvo presente en Yautepec como representante del gobierno federal en la toma de posesión del primer gobernador del Estado de Morelos, Francisco Leyva. El 15 de febrero de 1874, Guillermo Prieto fue parte de la comitiva del presidente Sebastián Lerdo de Tejada cuando pasó por Cuernavaca y en el banquete que les sirvieron en el Jardín Borda, Prieto pronunció un efusivo discurso. Entre diciembre de 1896 y enero de 1897, el anciano Guillermo Prieto pasó un par de semanas en Cuernavaca, hospedado en el Jardín Borda, donde lo visitaron varios de sus amigos como al gobernador Manuel Alarcón y aprovechó para recorrer la ciudad cabalgando un caballo. Al poco tiempo murió en Tacubaya. Por lo relatado en esta semblanza, Guillermo Prieto tiene los méritos para que en Cuernavaca una calle lleve su nombre, que en su recinto el congreso coloque su nombre con letras doradas o que le erijan un monumento en lugar público.   

Por Juan José Landa Ávila / opinión@diariodemorelos.com

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