Continuando con el recorrido llegamos al jardín arbolado de las 16 esculturas prehispánicas, réplicas de originales; había olmecas, mayas, toltecas y aztecas como la de Centéotl que fue hallada en Cuernavaca; había una diferente: el Zapata cadáver abrazado por una mujer afligida. Ya para terminar el recorrido, entrando por la calzada Leandro Valle, a la izquierda estaba la sección de bungalows, separados unos de otros por árboles, jardineras y andadores.
El Casino de la Selva se construyó en un predio de más de nueve hectáreas, ubicado a un costado de la calzada Leandro Valle, cercano a la estación del ferrocarril. Fue inaugurado en 1929 como casino de juegos de azar. Funcionó con esta actividad hasta 1934, año en que el presidente Lázaro Cárdenas prohibió los casinos en todo el país y el de Cuernavaca tuvo que cerrar. La empresa que fundó el casino se declaró en quiebra por deudas con el fisco y con la constructora que lo construyó, motivo por el que fue clausurado y posteriormente rematado. Aprovechando esta coyuntura, don Manuel Suárez, propietario de la citada constructora, adquirió el inmueble y aprovechando la infraestructura que ya existía lo acondicionó para convertirlo en hotel; ya con este rubro lo abrió en 1936, iniciando actividades con la realización del congreso Rotario Mundial. Posteriormente en 1939, con motivo del inicio de la Segunda Guerra Mundial, don Manuel Suárez cerró el casino para ocuparlo como su casa privada, sin embargo, continuó transformándolo y embelleciéndolo. Al finalizar la guerra mundial volvió a abrir el hotel en 1946, pero sólo funcionó un año, ya que por problemas sindicales lo cerró en 1947, para reabrirlo en 1956, año en que mi papá me tomó la foto en la fuente de la entrada.
Yo trabajé siete años en el Casino de la Selva, del 74 al 81. Mi papá era proveedor de la cervecería Moctezuma en el casino y conocía al administrador Francisco Salgado, quien le comentó que necesitaba un cajero recepcionista; entonces mi padre me aconsejó que tomara ese trabajo; me presenté para la entrevista y de inmediato me contrataron para trabajar en el mejor hotel de Cuernavaca; me asignaron un horario de 11 p.m. a 7 a.m. Hubo ocasiones que trabajé de día. Es de las mejores fortunas que me ha tocado vivir, ya que en el casino conocí el ámbito del turismo, de la cultura, de la historia y de las relaciones humanas, y desde entonces estoy metido en estas materias, hasta convertirme en lo que soy hoy: un cronista, es decir, en el casino descubrí mi vocación. Además, tuve la oportunidad de conocer a los Suárez, una de las familias más exitosas, honorables, cultas y humanistas. Conocí de cerca a don Manuel Suárez, patriarca de la familia, magnate y mecenas. A sus hijos Marcos Manuel y Alfredo, pero a la que traté como mi jefa fue a la señora Lilia Suárez, una mujer de excelencia. Una anécdota: una ocasión llegó al lobby don Manuel guiando a un grupo de sus amigos que hacían un recorrido por el hotel, discretamente me acerqué a escucharlos, entonces una señora le preguntó a don Manuel: “Porqué le dedicaste una escultura a Hernán Cortés si fue un conquistador cruel y sanguinario”, y don Manuel le contestó: “No la mandé hacer porque fue un conquistador, sino porque fue el fundador de Cuernavaca”. También conocí a don Emilio, pariente de los Suárez, quien era el supervisor del hotel. También traté a la señorita Elenes, encargada del Salón de los Murales. En la recepción me enteré que el afamado arquitecto Félix Candela, fue el autor de varias edificaciones del casino como el restaurante de los Relojes, construido en un estilo hiperboparabólico (de concha o cascarón). Conocí el nombre de otros autores de obras exhibidas en el casino como Florentíno Aparicio, quien hizo la estatua de Hernán Cortés, la del Dr. Atl, la de la mujer desnuda, la pareja de enamorados y la de Prometeo. Federico Canessí hizo las 16 esculturas prehispánicas. El pintor Benito Messeguer también dejó obra en el casino. En la pared del lobby había una pintura de Roberto Cueva del Río (idéntica a la del MUCIC): la toma de protesta de Juan Álvarez en Cuernavaca como presidente de México. En la pared de la entrada a la galería había una pintura de David Alfaro Siqueiros: La toma de Zacatecas por Pancho Villa. En el techo del bar había pintadas unas viñetas de José Renau, dedicados a fenómenos atmosféricos, plantas y humanos. Como la Sra. Lilia a veces me veía leyendo libros en mis ratos desocupados, un día me preguntó: “Qué lees”, le contesté: “El libro de Bernal Díaz del Castillo”, y me dijo: “Oye, te voy a regalar un libro sobre la historia del Casino, te va a ser muy útil”; a los pocos días me regaló “Los Murales del Casino de la Selva” de Adrián García Cortés; libro que fue el principio para conocer la historia de Cuernavaca, gracias a doña Lilia. A otro personaje que conocí fue a Fernando Cobo, de origen español, quien fue gerente por 20 años; todo el personal reconocía su capacidad administrativa; su esposa también trabajó en el casino como jefa de las camareras. También tuve como jefe a don Sergio Carrillo, cuando ocupó el cargo de sub gerente; él fue un promotor de futbol y dueño de la licorería Casa Rossi, donde trabajé antes de trabajar en el casino. Recuerdo otros lugares del casino como las oficinas administrativas, la cocina, el comedor de empleados, el reloj checador de los trabajadores, la lavandería, la caldera, el taller-bodega de mantenimiento a cargo de don Ernesto Bustos, nativo de Gualupita, quien conocía todas las instalaciones del hotel. Una docena de jardineros eran los responsables de mantener la lozanía y belleza de los jardines. Conocí muchas publicaciones de la editorial Manuel Quesada Brandi, propiedad de los Suárez.
En el casino había cuatro tipos de habitaciones: suite, junior, estándar y bungalow. Las suites y juniors estaban en las dos secciones frente al Jardín Francés; las estándar, estaban en el edificio arriba del lobby y los bungalows cercanos a la entrada del hotel. Cuando un huésped solicitaba el servicio de un taxi llamábamos al Sitio la Selva, ubicado Leandro Valle. En 1981 se clausuró la entrada al hotel por la calzada Leandro Valle 1001 y se abrió la nueva entrada por la Av. Vicente Guerrero. El casino tenía estacionamientos muy amplios. Yo estuve presente en el Club de Golf, cuando el periódico Diario de Morelos, en su octavo aniversario, le otorgó en 1986 a don Manuel la presea al mérito de empresario de excelencia e impulsor del turismo en Cuernavaca. En 1987 don Manuel Suárez falleció a la edad de 91 años. (continuará)
Las opiniones vertidas en este espacio son exclusiva responsabilidad del autor y no representan, necesariamente, la política editorial de Grupo Diario de Morelos.
