En Cuernavaca los tacos de arroz y guisado, “los acorazados” son los favoritos de locales y visitantes. Su historia inicia con Felícitas Sánchez Sandoval, quien empezó a vender tacos de arroz en los andenes de la estación del ferrocarril en Ozumba, Estado de México. Félix nació en Ozumba en 1885. A la edad de 13 años empezó a vender tacos en la estación del ferrocarril de su pueblo. Un año después conoció a Cecilio Valencia Galicia y enamorados juntaron sus vidas. En  1900 el joven Cecilio fue muerto a manos de las fuerzas federales de Porfirio Díaz por no estar de acuerdo con el régimen dictatorial,  su esposa, la joven Félix de 15 años quedó con la responsabilidad de su pequeño hijo nacido ese mismo año. En 1908 Félix llegó con su hijo Gabino Valencia Sánchez, al estado de Morelos en alguno de los muchos viajes del ferrocarril interoceánico.
Su bisnieto Héctor Valencia nos compartió que doña Félix, estuvo en la estación del ferrocarril de Cuautla de 1908 a 1912. Época del inicio de la Revolución Mexicana. Se volvió soldadera y viajó por el norte del país. Es en 1916, cuando Félix regresó a Cuautla con su hijo para seguir vendiendo sus tacos. A finales de 1920 el joven Gabino encontró trabajo en Yautepec y se mudaron para allá.
Es en 1935 cuando decidieron probar suerte en la capital, y se mudaron a Cuernavaca. Llegaron a vivir a la calle Rayón, y Gabino encontró trabajo en el hotel Chulavista.  Mientras tanto, doña Félix a sus 50 años, estableció su primer puesto de tacos en Cuernavaca cerca del kiosco. En esa época no existía lo que hoy es el  palacio de gobierno, el Poder Ejecutivo tenía sus oficinas en el Palacio de Cortés. Estaban los portales conocidos como Eguía, así que doña Félix tomó el puesto exactamente en la esquina sureste de la calle de Galeana y Rayón. El puesto se encontraba frente a los camiones de la Estrella Roja y la primera agencia de periódicos en Cuernavaca. Gabino acomodaba los refrescos en una tina con hielo y doña Félix preparaba sus ricos tacos de arroz rojo servidos con dos tortillas, acompañados de huevo duro y algún guisado seco o capeado que no humedeciera la tortilla, se acompañaban de rajas de chiles cuaresmeños con papa, una receta que gustaba a todos y eran los altos mandos de la élite política sus principales clientes.
Dos jóvenes hermanos conocidos como Silvio y Antonio alias “el diablo Socci” a quien también le decían Torio, eran los encargados de ayudar a doña Félix a cargar la canasta y de ayudarla a despachar a los clientes. Era la década de los años cuarenta y estaba en su apogeo la Segunda Guerra Mundial (1939 y 1945). Por la radio se escuchaban las noticias de los combates, de los buques y submarinos llamados acorazados, de gran tonelaje, fuertemente blindados que llevaban doble coraza; de ahí su nombre de acorazados, habían sido diseñados  para golpear las naves enemigas y hacerlas naufragar. Indudablemente la palabra “acorazado” estaba presente en la mente de los ciudadanos de la época. Nos narra don Miguel Palma Vargas q.e.p.d., en su folleto “El taco acorazado con aroma y sabor a revolución”, que cierto día un pasajero se asomó por la ventana del camión y pidió a gritos -¡Quiero un taco, uno de esos como acorazado!- Torio no entendió el pedido del pasajero y entonces el hombre desesperado le repitió a gritos -¡Quiero un taco, de esos, como acorazados! ¡Pero de huevo!- acto seguido Torio entendió el pedido y corrió con doña Félix, le pidió un taco de huevo para entregarlo al pasajero. Y fue así como nacieron los tacos de arroz ahora con el nombre de acorazados.
Dicen sus familiares que ella regañó por mucho tiempo a sus ayudantes que por todos lados gritaban: ¡aquí los acorazados!, ¡aquí los acorazados!, ¡lleve sus acorazados! Sin embargo, la popularidad del nombre “acorazados” los volvió más famosos.
Pasaron los años y doña Félix se fue a instalar al Jardín Morelos, hoy Plaza de Armas, junto a la fuente de los leones, frente al Palacio de Gobierno, en donde siguió vendiendo con el mismo éxito los acorazados, hasta 1967 año en que se cambió a un pequeño local en la calle de Rayón, entre Comonfort y Galeana. Para 1978 su hijo Gabino era el encargado del negocio hasta 1986 cuando su hija (la nieta de doña Félix) Rosamaría Valencia Allende se hizo cargo del negocio y se cambiaron a un local en la calle de Carlos Quaglia, en el barrio de Gualupita.
En 2005, Arturo Valencia decidió abrir un local en Av. Cuauhnáhuac y retomar el negocio de los tacos acorazados; años más tarde junto con su hermano Héctor abrieron un local en la calle Copalhuacán esq. calle Cuauhtémoc, Col. Amatitlán; llamando a su negocio “El Auténtico Acorazado” con la tradición familiar de los Valencia. Siete años después regresaron al centro de Cuernavaca a la calle de Rayón en el interior del Pasaje Galeana, donde originalmente su bisabuela doña Félix empezó a vender sus tacos acorazados.  
Hoy en día están ubicados en Av. San Juan 89, esquina obrero textil Col. Chapultepec, donde podemos degustar de los deliciosos tacos acorazados de carnitas, milanesa y los de lengua que solo ofrecen los jueves y viernes. Hay quienes incluso les llaman por teléfono para hacer pedidos especiales. Las deliciosas rajas las preparan con la misma receta secreta de siempre que inventó su bisabuela.
En algún momento de la historia, el taco acorazado se empezó a servir tan abundante sobre las dos tortillas que fue necesario dividir el relleno sirviéndolo en las dos tortillas, luego entonces cuando uno pide un taco recibe dos tacos y cuando uno pide medio taco recibe solo un taco, algo que confunde a los turistas pero que forma parte de nuestra cultura culinaria.
Doña Felicitas Sánchez Sandoval falleció en el año de 1975 a los 90 años y está sepultada en el panteón de La Paz. Una mujer emprendedora como muchas mujeres mexicanas que trabajan para el sustento de sus familias y quien nos ha legado el ícono de la Cocina Popular Cuernavacense y Morelense, el taco de arroz llamado el Taco Acorazado.


Acorazado de Los Valencia. El nombre de acorazado surgió durante la Segunda Guerra Mundial, por la doble coraza que tenían los buques y submarinos de guerra.

 

 


Doña Felicitas y familia. El taco acorazado es adjudicado a la señora Felicitas Sánchez Sandoval y su familia.


Por: Chef Lynda Cruz Balderas / cheflyndacbalderas@hotmail.com

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