San Lorenzo Chamilpa es uno de los 12 pueblos de Cuernavaca, Morelos a cuyo lugar llegaron los primeros pobladores en el año de 1135 de nuestra era y se posaron en las inmediaciones de un ojo de agua que se encuentra al lado de un cerrito de nombre Yzitzinti, porque les era propicio para los aspectos fundamentales de la vida, de ellos y de sus animales. 

Nos encontramos al norte de la ciudad y somos un pueblo muy unido, con tradiciones, usos y costumbres centenarias; por lo tanto, muy arraigadas. Hasta la fecha, al tañir de las campanas, la gente se reúne frente a la ayudantía para ir en auxilio de cualquier problema que se cierna en ese momento sobre nuestro pueblo. Y los incendios forestales no son la excepción. Tal y como lo decía Fray Bernardino de Sahagún: “Cuando los representantes de un pueblo compartían el Omechtecomal con su gente, unidos sufrían y luchaban por defender a su pueblo y a la gente que representaban”. El Omechtecomal es una vasija grande adornada con flores que contiene pulque o tepache. Y hasta la fecha, en nuestro pueblo las autoridades lo comparten en las festividades y actos civiles y religiosos como un acto de enorme respeto y que actualmente lo llamamos “El Cántaro” en el barrio de Olactl y “El Cajete” en el barrio de Zacanco. 

Las faenas, son actividades comunitarias de diversa índole, las cuales se llevan a cabo principalmente los días domingo y siempre tienen como finalidad hacer mejoras en beneficio del pueblo. El trabajo no es remunerado y puede participar cualquier persona avecindada o no. Básicamente es un servicio social. Por lo que todos son bienvenidos.

En esta ocasión, compartiré con ustedes, la dinámica de las faenas para abrir brechas corta fuego en nuestro bosque y así prevenir y controlar casi de inmediato cualquier incendio forestal provocado casi siempre por descuido de las personas que tiran colillas de cigarro encendidas sobre la hierba seca en esta temporada.

Todo comienza a las 8 de la mañana, hora en la que nos reunimos en las oficinas de los Bienes Comunales de nuestro pueblo. Para ese momento, el comisariado actualmente conformado por: Presidente: José Luis Osorio García; Secretario: Sra. Romana Castro Romero; Tesorero: Salvador Navarro; Presidente del Consejo de Vigilancia: Sr. José Gregorio Pérez Gudiño y el Coordinador Cívico Forestal: Sr Martín Gutiérrez Rivera, ya tienen organizado todo lo concerniente a la actividad a desarrollar. 

Para el traslado de los participantes a los lugares de trabajo en esta faena en particular, se dispone de 3 camionetas, las cuales suben con mucha dificultad al bosque con todo el personal por brechas escabrosas entre el bosque de pinos, ocotes y cerrada maleza. Una vez habiendo llegado al lugar que se limpiará, nos acomodamos y el comisariado nos ofrece un rico almuerzo el cual disfrutamos sentados en el suelo sobre la hojarasca o una pierda y a los que bien les va sentados en un tronco de algún árbol caído. Una vez terminado nuestro almuerzo, comienza el trabajo frenético y los hombres machete en mano, comienzan a cortar toda la maleza seca. Las mujeres, se encargan de recoger dicha maleza y la van colocando a las orillas quedando las brechas perfectamente limpias como el patio de sus casas. La maleza seca producto de la limpieza, se va colocando principalmente a la orilla del lado norte; porque en esta zona en particular, dada la dirección de los vientos, los incendios forestales casi siempre avanzan de sur a norte. El trabajo es agotador, pero a la vez gratificante porque se realiza en el corazón del bosque escuchando el trinar de los cenzontles, jilgueros y de otras avecillas y las ardillas retozando brincando de árbol en árbol, como si la naturaleza se empeñara en hacernos sentir bien, como muestra de agradecimiento por los cuidados que le conferimos. A las 11:30 de la mañana, se toma un descanso y aprovechamos para tomar agua, darle filo nuevamente a nuestros machetes y recostarnos un rato sobre la hojarasca disfrutando del aire puro y todo el entorno tan tranquilo y agradable. Una vez terminado el tiempo de descanso, seguimos trabajando, procurando avanzar lo más posible y quedar con la satisfacción del trabajo cumplido. A la una de la tarde, nos reunimos en el lugar donde quedaron las camionetas, y el comisariado, mientras pasamos lista de asistencia, nos ofrece agua de sabor, refrescos y al que apetezca, una cervecita clara u obscura bien fría para relajarse después de la verdaderamente dura tarea. Cansados, pero relajados, nos subimos a las camionetas y nuevamente dando tumbos, emprendemos el regreso a casa.     

El autor es cronista del Pueblo de San Lorenzo Chamilpa

Por: Jesús Avilés Rodríguez / lasedi.sa@hotmail.com

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