Desde su debut en 1887, Sherlock Holmes creación de Arthur Conan Doyle, ha cautivado a millones. Sin embargo, pocos saben que este detective ficticio recibió miles de cartas reales, muchas pidiendo ayuda o respuestas, dirigidas indistintamente al 221B de Baker Street, a la propia casa de Conan Doyle e incluso a Scotland Yard.
El fenómeno epistolar
Según revela Francisco María para los medios, la avalancha de misivas llegó a tal punto durante los años 50 que fue necesario contratar a una persona para responder. Su respuesta constante era que Holmes se había retirado para vivir criando abejas en Sussex.
Cartas con peticiones realmente inusuales
Entre las más destacadas:
•Una carta desde Vancouver por un niño llamado Robert Cohen informaba que su mascota tarántula había sido secuestrada, solicitando “un helicóptero lleno de plátanos” como rescate, y rogando la intervención de Holmes.
•Desde Alemania Occidental, Anya Girtayt pedía la “dirección de Mark Almond” (cantante de Soft Cell), explicando que no podía pagar por un autógrafo y suplicando ayuda.
•En la carta de Colin Black, residente en Putney, Londres, se pedía un dibujo de un cerdo “firmado y cerrado los ojos” para completar su colección.
Estas misivas revelan una mezcla de inocencia, fanatismo y fantasía, y muestran cómo la línea entre realidad y ficción llegó a desdibujarse en la mente de los remitentes.
De ficciones invisibles a la correspondencia
Hoy en día, el 221B sigue recibiendo correos en el Sherlock Holmes Museum. Aunque Conan Doyle ya no contesta, la afluencia de cartas y visitantes demuestra que, incluso en el siglo XXI, la fascinación por este detective no ha disminuido.