Una de mis canciones favoritas, cuando de echar trago y grito se trata, es una cuya autoría, no confirmada, aunque era el que la cantaba, se atribuye al zacatecano Antonio Aguilar.

En ella, se habla de un potrillo que nació debajo de una higuera, desarrollando prestancia, elegancia y carácter, que lo llevaron a ser “el amigo más fiel, ligerito como el rayo, siendo de muy buena ley”.

Luego de la Gran Final ¿jugada?, entre América y Toluca, los reflectores se los llevaron no los futbolistas sino los jueces.

Me pregunto: ¿qué demonios tiene el arbitraje que lo hace tan seductor?

O quizá como decía César Luís Menotti, respecto de las estadísticas. El “Flaco” sentenciaba que los números se inventaron para que pudieran hablar aquellos que no sabían de futbol.

Porque el tema reglamentario se ha vuelto más importante, para muchos narradores, analistas, comentaristas y “expertos”, que el juego mismo.

La Gran Final no fue la excepción, solo que el hombre a quien le quiero dedicar esta colaboración, lo hizo de manera excelsa, junto a su equipo de trabajo.

César Ramos no nació bajo de una higuera, pero sí lo hizo en Culiacán, Sinaloa. Al igual que el “Cantador”, su madre fue yegua fina, la señora Licenciada Margarita Ofelia Palazuelos Carrillo.

Mi estimada colega se desempeñó por más de 45 años en el Poder Judicial de la entidad y hoy, a los 83 años, goza de razonable y cabal salud.

César, siendo hijo único, abandonó el lar materno en el lejano 2003, en pos de alcanzar su sueño: convertirse en estrella del arbitraje.

Cuernavaca fue su destino y gracias a su capacidad y el apoyo de personajes importantes en la entidad, como Francisco Alva Meraz, empezó a escalar posiciones hasta ganar un lugar en el roster de la Primera División, obtener el gafete FIFA y asistir a la Copa del Mundo.

Rusia y luego Qatar, para seguramente terciar en el Mundial a celebrarse en Norteamérica, serán la rúbrica de una gran carrera.

Reconocido a nivel mundial, es invitado frecuente a dirigir encuentros definitivos en el mundo árabe, en Ligas tan importantes como Arabia Saudita, Kuwait y los Emiratos.

Parafraseando a la canción con la que inicié, a este chavo lo llamaría el “Soñador”, por la forma en que ha conducido su vida.

La gente del medio periodístico ha reconocido la gran labor de Ramos en el Toluca vs América.

Sin embargo, siguen buscando algunos, por mala fe, ignorancia o las dos juntas, algún detalle que pueda dar al traste con tan significativa empresa.

Pocas personas saben el enorme sacrificio personal, profesional y familiar que implica abrazar la carrera arbitral.

Por eso, deseo de todo corazón que, en el futuro, la fortuna le siga sonriendo a César.

Viene el Mundial de Clubes y seguramente traerá una nueva medalla para él y el arbitraje mexicano.

Hoy los árbitros son las verdaderas estrellas del balompié nacional. Pero solo uno está en el pináculo.

Da lo mismo si lo llamo “Soñador” o …”Cantador”.

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