Septiembre de 2003. Lo que se temía sucedió. La tarde-noche del jueves 8 estallaron ocho puestos de pólvora en Xoxocotla, alcanzaron dos viviendas y un vehículo. Por fortuna no hubo muertos, pero si la quemazón sucedió fue porque el gobierno de Sergio Estrada Cajigal soslayó la seguridad de los xoxocotlenses; no pidió a la Zona Militar que clausurara los cuarenta puestos de cohetes que durante años habían estado instalados en el borde de la carretera. Entonces presidente municipal de Puente de Ixtla, Julio Espín Navarrete, Estrada y el jefe de la jurisdicción castrense sabían del peligro latente que representaban los puestos expendedores de pólvora, pero nadie hizo nada por evitar la explosión. La consecuencia fue que la gente de Xoxocotla se dividió, liderada la mayoría por el delegado Jesús González Machuca que exigió la clausura definitiva de los negocios carreteros de cohetes, cohetones y “palomas”, mientras los dueños exigían la preservación de su fuente de ingresos. Expuestas las razones de ambas partes, el gobierno no reconoció su obligación constitucional de cuidar la seguridad de los más sobre los menos; salió con el cuento de que la gente de Xoxocotla no debía temer una incursión de la Policía Federal Preventiva, cuando eso fue precisamente lo que cientos de hombres y mujeres de la comunidad habían solicitado el día de la explosión, dispuestos a colaborar con los policías para señalarles las casas con cisternas habilitadas como “bodegas” de pólvora. Pasaron horas urgiéndolos a que entraran al pueblo, excepto las familias dedicadas a la venta de explosivos nadie se opuso, pero a la orden siguió una contraorden desde el Palacio de Gobierno y los federales se limitaron a revisar los puestos, vacíos de mercancía para entonces. La explosión de aquel día en Xoxocotla coincidió con el estallido de un taller de juegos pirotécnicos en el pueblo de Tultepec, estado de México, donde no fue la primera vez que sucedió un “percance” similar pese a que, por tradición, los artesanos de esa comunidad mexiquense son expertos en el manejo y la elaboración de artefactos a base de pólvora y como tales cuentan con permisos de la Secretaría de la Defensa Nacional. No era así en el caso de Xoxocotla, que además de operar en un marco de clandestinidad evidenció un tráfico constante de explosivos. La pólvora no se producía en “Xoxo”, surtidos los coheteros de mercancía en la Ciudad de México o traída a domicilio sin que ninguna autoridad hubiese “visto” los camiones cargados de explosivos transitando por las carreteras morelenses y descargando en Xoxocotla...  Regido al igual que Ocotepec, Tepoztlán, Temoac, Tlalnepantla, Temoac, Amilcingo y otros pueblos indígenas por el sistema de usos y costumbres, Xoxoxotla venía de una tragedia. Catorce años atrás, el 22 de enero de 1989 dos lugareños fueron muertos por agentes de la Policía Rural. La mecha que disparó las balas fue la disputa por el cargo de delegado entre dos bandos que ese domingo de la elección amenazaban con dirimir sus diferencias por medio de la violencia. El gobernador en turno, Antonio Riva Palacio, le echó valor a la contingencia, acordó la desaparición de la Rural, ocho elementos de la corporación fueron consignados penalmente y los deudos de las víctimas recibieron indemnizaciones… La tarde del sábado anterior, Xoxocotla reeditó la desgracia. Los primeros datos del incendio en el tianguis de juegos pirotécnicos reportaron dos personas fallecidas, una niña de entre uno y tres años desaparecida, cuatro adultos con quemaduras y daños materiales. Sucedió alrededor de las 19.00 horas y fue sofocado por lugareños, presentes después los bomberos de Jojutla y Xochitepec que controlaron los vestigios del fuego. Casi en tiempo real, las redes sociales advertían: una mujer de 29 años de edad perdió la vida, calcinada dentro de un local de venta de pirotecnia; otra persona falleció y cuatro más resultaron con quemaduras. La Coordinación Estatal de Protección Civil reportó el incendio en el tianguis del poblado de Xoxocotla, del municipio de Puente de Ixtla. La alerta se generó alrededor de las 19:00 horas, cuando al 911 se informó que sobre la carretera Alpuyeca-Jojutla se escucharon varias explosiones. El incendio habría sido sofocado por pobladores que reaccionaron con rapidez… (Me leen después).

 

Por: José Manuel Pérez Durán

 

jmperezduran@hotmail.com

Cumple los criterios de The Trust Project

Saber más

Síguenos en Google Noticias para mantenerte siempre informado

Sigue el canal de Diario De Morelos en WhatsApp