Zacatecas ilustra la inseguridad que mantiene en vilo a diversas regiones de México. En la tierra de Ramón López Velarde han renunciado 153 candidatos a puestos de elección popular. Avientan el arpa en un ambiente de violencia sin freno ni medida, donde las bandas del crimen organizado imponen a candidatos a presidentes municipales y asesinan a los aspirantes que no “se disciplinan”. Resulta comprensible, pues, que por seguridad el consejero presidente del órgano electoral zacatecano, Juan Manuel Frausto Ruedas, “cambie la plática”, y resalte que existe un protocolo cuyo objetivo es determinar si entre los motivos de la dimisión de las aspirantes pudiera haber algún acto que pudiera constituir violencia política contra la mujer por razón de género.

En este contexto es que recientemente el gobierno de México reconoció el asesinato de 15 aspirantes en el proceso rumbo a las elecciones del 2 de junio, además de recibir más de 100 solicitudes de candidatos que buscan protección ante el riesgo de la violencia. De las víctimas, sólo dos ya se habían registrado como candidatos oficiales ante las autoridades electorales, cinco eran precandidatos y ocho aspirantes que habían manifestado su intención de buscar un puesto, según detalló en la conferencia de prensa en Palacio Nacional la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez.

Morelos no ha escapado a la violencia. Aquí sólo dos episodios de la película: el candidato del Partido del Trabajo a la alcaldía de Xochitepec, Rodolfo Tapia López, fue atacado a balazos por pistoleros a sueldo, cerca del Fraccionamiento Santa. Tapia compartió un mensaje informando que un vehículo le cerró el paso y le disparó hasta en cinco ocasiones. Pero el que por desgracia no vivió para contarlo fue Teodoro Gorostieta, tío de Gabriela Gorostieta, candidata del PAN-PRIPRD-RSP a diputada federal del segundo distrito, quien fue asesinado afuera de la casa de campaña ubicada en la colonia Progreso de Jiutepec…

SERÁ a fines de este mes cuando 89 comerciantes ocupen un número igual de locales en la ampliación del mercado Adolfo López Mateos. “Obras de remodelación”, evade el eufemismo para no decir “desaparición”, algo que debió suceder desde hace muchos años con el centro de abasto más grande de Morelos, y sustituido por uno nuevo ubicado fuera de la mancha urbana del valle de Cuernavaca, quizá en alguna de las lomas baldías que subsisten en el norte de la ciudad. En agosto de 2010, el ALM sufrió el incendio más grande de su historia. Docenas de locales fueron devorados por las llamas, y fue necesario que los “tragahumo” de Cuernavaca fueran apoyados por bomberos llegados del entonces Distrito Federal, Jiutepec, Yautepec, Temixco, Cuautla y Emiliano Zapata. Pero ni así se tomó la determinación de demolerlo.

El ALM, como desde su inicio fue llamado por los cuernavacenses, fue ocupado en 1964 por los locatarios que fueron desalojados del Mercado del Reloj, en Clavijero. De ello pronto se cumplirá la friolera de setenta años, durante los cuales han sido realizadas docenas de remodelaciones que más tardaron en ser llevadas a cabo que el viejo mercado en volverse cada vez más disfuncional. Siendo el lugar del estado de Morelos que, entre locatarios, comerciantes ambulantes, semifijos y clientes, concentra cotidianamente más personas, el ALM constituye un botín político en épocas electorales. Por estos días los miles de votos que representa el ALM son codiciados por las candidatas a gobernadora, Lucía Meza Guzmán y Margarita González Saravia... (Me leen mañana).

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