Titular de la Secretaría de Turismo del Ayuntamiento de Cuernavaca, Andrés Remis Martínez recalca: feria de la primavera 2019 no habrá “porque no hay condiciones”. ¿Cuáles? No las enumera de esta manera, pero sí la gente de Cuernavaca: Una: el recinto ferial está en una situación desastrosa; dos: en las últimas ediciones el evento fue una cantina gigantesca, y tres: registrado en las últimas semanas un número de asesinatos, inédito por elevado, el principal problema es la inseguridad. Esta será la tercera vez que la feria sea cancelada por el mismo motivo, la falta de garantías de seguridad a los feriantes, y el mismo presidente municipal en la primera y la segunda ocasión, Cuauhtémoc Blanco Bravo. Viniendo de más a menos debido al factor recurrente de la pérdida de seguridad, en una analogía macabra la feria murió la misma noche de abril de 2017 cuando fue asesinado el organizador del festejo, el joven de 24 años Juan Manuel García Bejarano. A horas de que fuera inaugurada, un gatillero le arrebató la vida en la avenida Plan de Ayala, cerca del cruce con Teopanzolco. García era uno de los jinetes de la cabalgata que promovía la feria. Los testigos contaron cuatro o cinco balazos, narraron que el sicario arrojó el arma al piso y corrió en sentido contrario a la circulación vehicular pero fue inmediatamente detenido... La historia de la feria que los cuernavacenses estamos perdiendo:  Tuvo sus antecedentes hacia mediados del siglo pasado. Comenzó llamándose la Feria de la Bugambilia y luego De la Flor, tuvo sedes en el Jardín Borda y en el Parque Revolución y antes hubo el Carnaval de Cuernavaca, apoyada su organización a partir de 1965 por los sucesivos alcaldes Valentín López González (1964-1966), Felipe Rivera Crespo (1967-1969) y Ramón Hernández Navarro (1970-1973). En el siguiente trienio se suspendió el carnaval y sólo quedó la Feria de la Flor. En realidad, el Carnaval de Cuernavaca no llegó, ni por asomo, a convertirse en una tradición, apagado el inicial entusiasmo de los diferentes comités ciudadanos que se encargaban de su preparación. La idea era competir o intentar poner a la Feria de Cuernavaca a la altura de otras del país, como la de San Marcos o la Del Caballo, una meta difícil de alcanzar. A duras penas sobrevivió la Feria de la Flor con algún repunte en las administraciones municipales a cargo de David Jiménez González (74-76), Porfirio Flores Ayala (76-79) y José Castillo Pombo (79-82), bajo los gobiernos de Rivera Crespo (70-76) y de Armando León Bejarano (76-82). Entre 82 y 88, con la administración del gobernador Lauro Ortega Martínez, la Feria de la Flor agarró un nuevo aire por el respaldo que le dio el galeno de Xochitepec, aunque no tanto como él hubiera querido durante los tres primeros años de su mandato ya que el alcalde del trienio 82-85 y el ex rector de la UAEM, Sergio Figueroa Campos, parecía poco dado a la fiesta de la gente. Con la llegada de Juan Salgado Brito a la alcaldía de Cuernavaca, la Feria de la Flor tuvo un cierto empuje y hasta sedes alternas en el Parque Chapultepec, el Borda, el Parque Melchor Ocampo y el Zócalo. Se invitó a participar a viveristas de otros municipios como Jiutepec, Zapata y Temixco, y aquello comenzó a dar visos de parecer arraigarse como para llegar a ser una feria de alcance nacional. Pero nomás no cuajó. Vinieron luego los primeros años de la reforma político-electoral impulsada por la presión de los partidos medianos y chicos para contrarrestar la hegemonía del PRI-aplanadora, ya en el gobierno del priista Antonio Riva Palacio (88-94), lo cual propició, entre otros factores, que de 1988 a 1991 Cuernavaca tuviera tres alcaldes: Eloísa Guadarrama, Julio Mitre Goraieb y Sergio Estrada Cajigal Barrera. Vaivenes políticos por los que la Feria de la Flores resintiera un “bajón” y se perdiera lo poco alcanzado en épocas anteriores, en un decaimiento que no levantó el trienio completo de Oscar Luis Flores Ruíz. Fue hasta la llegada del más o el único político carismático del PRI, Alfonso Sandoval Camuñas, que la Feria de Cuernavaca agarró un segundo o tercer aire, a lo cual contribuyó sin duda el manejo político y administrativo del alcalde vecino de los rumbos de La Cordobesa”, en Álvaro Obregón frente al callejón Victoria. “Poncho”, como familiarmente le llamaba casi todo Cuernavaca, ubicó el escenario de la feria en el antiguo y tradicional Hotel Casino de la Selva, y la fiesta capitalina se salvó de la extinción al menos por el trienio 94-97… (Me leen después).

 

Por: José Manuel Pérez Durán

jmperezduran@hotmail.com 

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