Los asaltos en sucursales de bancos han ocurrido por años, iguales, pero ahora con el añadido de que es la propia autoridad –en este caso Urrutia– quien subraya la probabilidad de que trabajadores de sucursales bancarias estén coludidos con asaltantes de bancos. Este problema de seguridad pública tiene años, durante los cuales sólo ha caído uno que otro asaltante, que regularmente tarda más en ser detenido que en salir de la cárcel para volver a las andadas... El secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Miguel Ángel Urrutia, insiste en la sospecha de que empleados de sucursales bancarias están coludidos con delincuentes.

“Podría existir una colusión criminal con muchos trabajadores de instituciones financieras”, dice.

Entrevistado por reporteros, califica de “muy importante” el informe que dará el próximo miércoles, sobre investigaciones en curso. En los últimos meses han sido más constantes los robos a cuentahabientes que retiran efectivo de sucursales bancarias de Cuernavaca. El caso más reciente ocurrió el pasado 5 de diciembre en la avenida Emiliano Zapata, y sólo tres días después los mismos u otros asaltantes se llevaron 200 mil pesos de un banco ubicado en Domingo Diez. Urrutia destaco: “en Tetecalita tuvimos una situación relevante. Presuntos delincuentes dañaron unas cámaras de videovigilancia. Tenemos detenciones muy importantes que vamos a dar a conocer el próximo miércoles, sobre generadores de violencia en Xochitepec y Temixco”, expresó.

Miles de tarjetahabientes van a los cajeros externos a sacar efectivo y otros más a retirar sumas mayores en las cajas que están adentro de los bancos. Las imágenes se volvieron recurrentes, de personas esperando turno para pasar a las cajas, unas haciendo “cola” y otras aguardando ansiosas a que aparezca su número en la pantalla. Las cajeras no se dan abasto para atender a los clientes, trabajan como esclavas a cambio de salarios de hambre, con gran des responsabilidades e inquietantes tentaciones económicas.

Los empleados bancarios sufren explotación laboral; tienen prohibido organizarse en sindicatos, y esto es algo que siempre le ha importado un cacahuate al gobierno. Así lo comenta un cliente que está enojado porque hace una hora que llegó y, según ve las cosas, le llevará una más para poder hacer su trámite. Las historias son parecidas, de señoras y señores, de jóvenes y viejos, de empleados y dueños de negocios saludando por sus nombres al personal. Gorras y lentes oscuros están prohibidos, y también usar el celular para hablar. Algunos envían por whatsapp textos presuntamente inofensivos, como una muchacha que teclea un mensaje para avisarle a su cómplice que un señor acaba de retirar una fuerte suma de dinero. La delincuente detalla a la víctima en curso, su edad aproximada, si es alto, chaparro o de estatura regular, cómo va vestido, los colores del pantalón y la camisa, si del banco salió solo o acompañado y si lleva el dinero en un bolsillo del pantalón, en portafolios o en una maletita. Desprevenido, el hombre es interceptado cerca del banco, los asaltantes lo amedrentan con sus armas, le arrebatan el dinero, huyen con rapidez en un vehículo usualmente con reporte de robo y nada han podido hacer los testigos para evitar el atraco, pues temen por sus vidas. Al rato que llegan los policías preguntan cuántos son los malhechores, hacia dónde y en qué se fueron, abordan la patrulla, prenden la sirena y salen quemando llanta en busca de los rateros a quienes difícilmente encontrarán.

El modus operandi de los delincuentes es un cartabón que la autoridad se sabe de memoria, una película mil veces vista que incluye el caso de la señora y el esposo pensionado que han ahorrado para comprar un coche usado. Usan un taxi para trasladarse al lote de autos, pero cuando la pareja llega y apenas están pagando “la dejada” son sorprendidos por dos sujetos que aparecen de la nada. Los asaltantes están armados, les quitan el dinero, huyen corriendo un par de cuadras en sentido contrario al tráfico vehicular y a la vuelta de la esquina se van en un taxi.

El jueves pasado volvió a suceder, despojado de 450 mil pesos un hombre que se dirigía a depositarlos en una plaza comercial localizada en la colonia Lomas de la Selva. Uno de los criminales hizo un disparo al aire, para asustar a la pareja y enseguida huir. El hecho quedó como un eslabón más de la larga cadena de impunidad… (Me leen mañana).

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