En febrero pasado, un juez federal ordenó la suspensión de la construcción y funcionamiento del gasoducto a cargo de la compañía Autoabastecedora de Gas Natural de Morelos, S.A. de C.V., que ha provocado la resistencia del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y Agua de Morelos, Puebla y Tlaxcala así como de habitantes de la población de Huexca. La obra es parte del Proyecto Integral Morelos, rechazado por pueblos del oriente de Morelos desde hace seis años y en diferentes épocas respaldado por los ex gobernadores del PAN y del PRD, Marco Antonio Adame Castillo y Graco Ramírez. Diez meses más tarde, en los primeros días de este mes pobladores de Huexca declararon que le pedirían al presidente Andrés Manuel López Obrador la cancelación del proyecto de la planta de gas natural; pero vino AMLO y no se supo de alguna comisión de Huexca que lo hubiese abordado. Con tantos dimes y diretes por el “sí” y el “no” a la gasera en el pueblo de Huexca –eso queda en el municipio de Yecapixtla, más allacito de Cuautla–, como que se anda pasando un pequeño detalle que no es menor: ¿quién o quiénes son los inversionistas de esa cosa proyectada para generar y vender electricidad? Abundando datos publicado pero dejados de lado por la conveniencia de voceros oficialistas, hasta donde el columnista puede saber los grupos Abengoa y Elecnor –ganadores de la licitación de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para construir la termoeléctrica– tienen experiencia en esos negocios. Aquí anotamos algunas características de tales emporios energéticos: En diciembre de 2011, el grupo español de ingeniería y energía Abengoa informó oficialmente sobre su plan de construir  una central eléctrica en Morelos por 440 millones de dólares. El proyecto de ingeniería y construcción de esta central, de 640 megavatios de potencia formará parte de Proyecto Integral Morelos en la localidad de Huexca, “llave en mano” como responsable del proyecto la trasnacional Abengoa para la construcción de la planta, encargada tanto de la ingeniería como del desarrollo integral. Surgieron entonces las primeras cuestiones de las muchas que mostraba el galimatías: ¿serían técnicos mexicanos de la CFE o españoles de Bengoa quienes construirían y manejarían la planta? ¿A cuántos morelenses tenían contemplados en la fase de construcción y de operación? De acuerdo a un documento de la empresa, “la nueva planta de generación eléctrica entrará en operaciones en 24 meses y formará parte del plan con el que el gobierno mexicano desarrolla las infraestructuras de la región central del país”, es decir, la susodicha productora de electricidad comenzaría a producirla por allá de mediados o finales de 2014. Pero no, tan comprensible como machacona la resistencia de ejidatarios de la región a que el proyecto engulla el agua del río Cuautla. De acuerdo a la propaganda de Abengoa, “la central desarrollada será una de las más innovadoras y avanzadas de México y, una vez en operación, será capaz de generar la energía suficiente para abastecer a más de 280,000 hogares”. Presumió que daría más de 700 nuevos puestos de trabajo en la zona durante la fase de construcción. “Este proyecto representa una nueva muestra de confianza de CFE en nuestras capacidades de desarrollar de manera integral proyectos de grandes infraestructuras energéticas”, alardeó un optimista y risueño consejero delegado de Abengoa, Manuel Sánchez. Pero del impacto ambiental nadie se acordó más que los lugareños. Originalmente llamada Electrificaciones del Norte, es la otra empresa asociada es Elecnor, igualmente española, dedicada a la ingeniería y fundada en Bilbao el 6 de junio de 1958 por un grupo de familias que la siguen controlando por medio de la sociedad Cantiles XXI. Según cifras de 2012, tenía representación en 20 países y daba trabajo a 10,000 empleados, constituido el consorcio por cuatro empresas en sus principales áreas de negocios: Elecnor Infraestructuras, Elecnor Renovables, Elecnor Concesiones y Elecnor Deimos. Hasta ahí. Falta aún saber nombres de los inversionistas españoles –y presuntos socios totonacas emboscados– que se beneficiarán con la concesión de la producción de electricidad en esta parte de México. Elecnor, encargada de construir el gasoducto que atravesará los estados de Tlaxcala, Puebla y Morelos, señaló que en su primera etapa recorrería 160 kilómetros, afectando 2 mil propiedades de 77 ejidos de 22 comunidades. Pero si de eso alardeaba seis años atrás, ¿hoy lo permitirá el nuevo gobierno de López Obrador? Como suelen decir los políticos: el tema no es menor… (Me leen después).

Por: José Manuel Pérez Durán / jmperezduran@hotmail.com

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