Los presidentes municipales están que se los carga el demonio de la pandemia. Pugnan por la creación de un fondo de emergencia de dos mil millones de pesos para poder atender necesidades sociales en materia de salud y alimentación a causa del covid-19. Lo exigen, están empecinados en lograrlo, documentada la tozudez de Antonio Villalobos Adán, Rafael Vargas Vargas y Juan Ángel Flores Bustamante, de Cuernavaca. Jiutepec y Jojutla, y un tanto menos el resto de los alcaldes, representados todos en el Instituto de Desarrollo y Fortalecimiento Municipal del Estado de Morelos que encabeza Enrique Alonso Plascencia. Una avanzada empujada por políticos con fines sociales, dada la circunstancia de la pandemia que, al ser global, es también la primera vez que ocurre en Morelos.

Compuesta por alcaldes de todos los partidos, esto hace por sí sola histórica la unidad, y procedente su concreción. Posible el armado del dicho fondo, lo es dada la señal enviada por el gobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo, quien el miércoles anunció que donará su salario para la compra de despensas con productos adquiridos en el centro comercial Adolfo López Mateos durante el tiempo que dure la continencia. Y mejor aún si el gesto del mandatario es imitado por los miembros de su gabinete, desde secretarios a directores generales, imaginables las aportaciones voluntarias de funcionarios con ingresos millonarios y auto presumidos tipo Fidel Giménez Valdés, a quien escamotearle un año de salario sería como quitarle un pelo a un gato… EN la playa Revolcadero, de Acapulco, fue necesaria la presencia de elementos de la Marina y la Policía Turística para evacuar a cientos de turistas que estaban ahí pese a la prohibición por el coronavirus.

Tercos, de actitudes groseras y la mayoría chilangos, sólo con la disuasión de la fuerza pública desistieron; difícil sin embargo para la autoridad vigilar el corredor de varios kilómetros de arena y sol que va de la colonia Bonfil hasta Barra Vieja. De lo cual dieron muestra aquí las familias chilangas que tienen casas de fin de semana en fraccionamientos con albercas, en otros y en el municipio de Jojutla. Sabido es que la posibilidad de contagios aumenta en concentraciones de personas, pero –y perdón por la expresión– esto les valió madre a muchos capitalinos que llegaron a pasar la semana santa, dispuestos a tomar el sol, nadar y emborracharse en las áreas comunes de condominios finsemaneros. Latente el riesgo de contagios tanto para los residentes permanentes como para los visitantes ocasionales, el alcalde Juan Ángel Flores amenazó con el “toque de queda” en los dichos espacios. No sucedió, pero montes, cañadas y valles arriba sí fue restringida la entrada a fuereños en Ocuituco, Tetela del Volcán y Hueyapan, donde autoridades municipales instalaron puestos de control para evitar contagios. Algo difícil de imaginar hace apenas un mes cuando parecía lejana la llegada de la pandemia, que de seguir a la velocidad que va no nos extrañe que un día no lejano estemos igual que en la tierra del faisán y el venado. En la entrada de Conkal instalaron un retén sanitario, cerrada la carretera estatal para impedir el paso de turistas y lugareños que van o vienen a Tizimín y Valladolid en la franja limítrofe entre Yucatán y Quintana Roo. Un paraíso vedado por ahora a vacacionistas, como de otras maneras ya empieza a suceder en algunos puntos del territorio morelense… (Me leen después).

 

José Manuel Pérez Durán

jmperezduran@hotmail.com 

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